domingo, 27 de octubre de 2013
PSICOANALISIS Y REALIDAD: PSICOLOGÍA - J. A. MARINA (Anatomía del miedo
PSICOANALISIS Y REALIDAD: PSICOLOGÍA - J. A. MARINA (Anatomía del miedo: “El perspicaz Hobbes, escribió una frase terrible, que podríamos repetir todos: “El día que yo nací, mi madre parió dos gemelos: yo y mi ...
PSICOLOGÍA - J. A. MARINA (Anatomía del miedo
“El
perspicaz Hobbes, escribió una frase terrible, que podríamos repetir
todos: “El día que yo nací, mi madre parió dos gemelos: yo y mi miedo.”
Uno de los hilos que trenzan la historia de la humanidad es el continuo afán por librarse del miedo, una permanente búsqueda de la seguridad y, recíprocamente, el impuro deseo de imponerse a los demás aterrorizándolos.
¿Qué es ser bueno?, se preguntaba el conmovedor Nietzsche, tan frágil, tan acosado, y respondía: ser valiente es bueno.
Sueño con una historia de la humanidad que cuente el empeño de la inteligencia para aceptar y manejar las emociones. Retornaría así a la senda abierta por Tácito, que pensaba que por debajo de todos los acontecimientos históricos latía una pasión humana, o por Heródoto, que escribió: “La historia es una sucesión de venganzas.”
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“Está comprobado que existe una predisposición biológica a aprender ciertas cosas, en contra de lo que creían los conductistas. Venimos al mundo cargados de preferencias y desdenes, de cautelas y aficiones.
Se supone que la influencia sobre la vulnerabilidad a la ansiedad y al miedo tiene que ver con la producción, transporte y metabolización de la serotonina, un importante neurotransmisor. En 1996, se descubrió un gen implicado en la génesis de la angustia. Su nombre es SLC 6ª4, está situado en el cromosoma 17q12 y sería más corto en los sujetos vulnerables a la angustia, al pesimismo y a los pensamientos negativos.
Conviene desmitificar la acción de los genes. No debemos olvidar que no determinan comportamientos complejos. No hay un gen de la inteligencia, ni de la envidia, ni de la propensión a cenar fuera de casa. Un gen determina la producción de una proteína. Eso es todo.
Los miedos se aprenden como las demás cosas. Por condicionamiento (sea condicionado u operante, ya sabe, Pavlov o Skinner), por experiencia directa, por imitación y por transmisión de información. El círculo de los miedos se puede ampliar al relacionarse un objeto con un estímulo incondicionado. El dolor es un estímulo incondicionado del miedo, y por ello todo lo que se relacione con un dolor, sea de modo real o simbólico, puede adquirir esa misma capacidad de suscitar temor. El condicionamiento operante se basa en una ley: el animal tiende a repetir los comportamientos premiados y a evitar los castigados.
A lo largo de la infancia vamos aprendiendo los scripts, los guiones que van a dirigir nuestro comportamiento. No podemos improvisar soluciones en cada momento. Necesitamos un arsenal de soluciones que se pongan en práctica casi automáticamente. De lo contrario nos convertimos en pilotos sin manual de instrucciones de vuelo. Pero algunos de los scripts que aprendemos es perjudicial, por ejemplo, el de evitación.
John Bowlby ha estudiado la relación de apego que el niño trenza con las personas que le rodean. A partir de ella, va a construir un modelo de funcionamiento del mundo. Según Bowlby, “la presencia o ausencia de una figura de apego determinará que una persona esté o no alarmada por una situación potencialmente alarmante; esto ocurre desde los primeros meses de vida, y desde esa misma edad empieza a tener importancia la confianza o falta de confianza en que la figura de apego esté disponible, aunque no esté realmente presente.”
LeDoux ha descubierto algo que produce un cierto desasosiego: Parte de nuestra memoria de los miedos es indeleble. Se conserva en la amígdala y no se borra con el tiempo.
Hans Eysenck, que había propuesto como dos dimensiones principales del temperamento la introversión-extroversión y el neuroticismo-no neuroticismo. El neuroticismo refleja una mayor reactividad a los aspectos negativos del entorno. En cambio, la otra dimensión refleja el nivel de activación cortical. Los introvertidos la tienen muy alta, por lo que evitan verse sometidos a grandes estímulos. Prefieren ambientes tranquilos, modos de vida rutinarios, poco trato social. En cambio, los extrovertidos tienen un nivel de activación muy bajo, y necesitan estar elevándolo continuamente. Son los “buscadores de emociones” los que necesitan entornos bulliciosos y que van a engrosar la nómina de los temerarios y de otros tipos de valentías sospechosas.
Martin Seligman alcanzó la fama por sus investigaciones sobre la “indefensión aprendida”. Cuando un animal o una persona llega al convencimiento de que haga lo que haga no podrá cambiar la situación dolorosa en que está o que los intentos que hace producen efectos imprevisibles, se retrae de actuar, adopta una actitud de retirada ante una realidad que le supera, que no controla, y puede derivar hacia la depresión. Todo lo que hace que una persona se sienta acorralada, todo lo que vuelva imprevisible el mundo, o todo lo que convenza de la incapacidad para controlar la situación, implanta el miedo.
Para Carlos Castilla del Pino, el núcleo de la personalidad neurótica, es decir, propensa a la angustia, es la inseguridad, siendo todos los demás síntomas –fobias, obsesiones, inhibiciones, somatizaciones, hipocondrías- superestructuras posteriores.
Freud, listo como el hambre, ya lo había dicho: “La angustia es un tronco común de la organización neurótica en marcha hacia conductas neuróticas más estables y más estructuradas.”
Se define la regulación emocional como “los procesos extrínsecos e intrínsecos responsables de monitorizar, evaluar y modificar las reacciones emocionales”. Es la capacidad para cambiar la atención y activar o inhibir conductas. Se hace posible con la maduración neuroendocrina, que permite al niño tranquilizarse a sí mismo. La influencia del estilo parental es relevante incluso en los primeros meses de vida.
Los mecanismos cognitivos van a ser impulsados, dirigidos, por la ebullición de los afectos. La gran hazaña de la naturaleza humana es que la inteligencia ejecutiva, reflexiva, va a intentar someter a control alguno de los movimientos del afecto.
Las decisiones reciben su energía de zonas muy profundas de nuestra vida emocional.
Toda persona necesita una disciplina, lo ideal es que fuera una autodisciplina, absolutamente necesaria para la libertad. Ése debe ser uno de los fines de la educación.
El gran Spinoza habla del conatus, del impulso, como núcleo esencial de la realidad. La esencia del hombre es el deseo, el dinamismo impelente, y su acompañamiento de afectos.
Los filósofos, desde Kant, distinguen entre la realidad y el mundo vivido, percibido y sentido por el sujeto. En la realidad no hay colores, sino fenómenos electromagnéticos. Antes de que apareciera la vida, no había colores. Si no hubiera retinas, sólo existirían longitudes de onda. Quien observa el crepúsculo puede que vea un poético incendio de la bóveda celeste, del firmamento, aunque el cielo no sea abovedado ni firme.”
(José Antonio Marina,
Anatomía del miedo)
Uno de los hilos que trenzan la historia de la humanidad es el continuo afán por librarse del miedo, una permanente búsqueda de la seguridad y, recíprocamente, el impuro deseo de imponerse a los demás aterrorizándolos.
¿Qué es ser bueno?, se preguntaba el conmovedor Nietzsche, tan frágil, tan acosado, y respondía: ser valiente es bueno.
Sueño con una historia de la humanidad que cuente el empeño de la inteligencia para aceptar y manejar las emociones. Retornaría así a la senda abierta por Tácito, que pensaba que por debajo de todos los acontecimientos históricos latía una pasión humana, o por Heródoto, que escribió: “La historia es una sucesión de venganzas.”
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“Está comprobado que existe una predisposición biológica a aprender ciertas cosas, en contra de lo que creían los conductistas. Venimos al mundo cargados de preferencias y desdenes, de cautelas y aficiones.
Se supone que la influencia sobre la vulnerabilidad a la ansiedad y al miedo tiene que ver con la producción, transporte y metabolización de la serotonina, un importante neurotransmisor. En 1996, se descubrió un gen implicado en la génesis de la angustia. Su nombre es SLC 6ª4, está situado en el cromosoma 17q12 y sería más corto en los sujetos vulnerables a la angustia, al pesimismo y a los pensamientos negativos.
Conviene desmitificar la acción de los genes. No debemos olvidar que no determinan comportamientos complejos. No hay un gen de la inteligencia, ni de la envidia, ni de la propensión a cenar fuera de casa. Un gen determina la producción de una proteína. Eso es todo.
Los miedos se aprenden como las demás cosas. Por condicionamiento (sea condicionado u operante, ya sabe, Pavlov o Skinner), por experiencia directa, por imitación y por transmisión de información. El círculo de los miedos se puede ampliar al relacionarse un objeto con un estímulo incondicionado. El dolor es un estímulo incondicionado del miedo, y por ello todo lo que se relacione con un dolor, sea de modo real o simbólico, puede adquirir esa misma capacidad de suscitar temor. El condicionamiento operante se basa en una ley: el animal tiende a repetir los comportamientos premiados y a evitar los castigados.
A lo largo de la infancia vamos aprendiendo los scripts, los guiones que van a dirigir nuestro comportamiento. No podemos improvisar soluciones en cada momento. Necesitamos un arsenal de soluciones que se pongan en práctica casi automáticamente. De lo contrario nos convertimos en pilotos sin manual de instrucciones de vuelo. Pero algunos de los scripts que aprendemos es perjudicial, por ejemplo, el de evitación.
John Bowlby ha estudiado la relación de apego que el niño trenza con las personas que le rodean. A partir de ella, va a construir un modelo de funcionamiento del mundo. Según Bowlby, “la presencia o ausencia de una figura de apego determinará que una persona esté o no alarmada por una situación potencialmente alarmante; esto ocurre desde los primeros meses de vida, y desde esa misma edad empieza a tener importancia la confianza o falta de confianza en que la figura de apego esté disponible, aunque no esté realmente presente.”
LeDoux ha descubierto algo que produce un cierto desasosiego: Parte de nuestra memoria de los miedos es indeleble. Se conserva en la amígdala y no se borra con el tiempo.
Hans Eysenck, que había propuesto como dos dimensiones principales del temperamento la introversión-extroversión y el neuroticismo-no neuroticismo. El neuroticismo refleja una mayor reactividad a los aspectos negativos del entorno. En cambio, la otra dimensión refleja el nivel de activación cortical. Los introvertidos la tienen muy alta, por lo que evitan verse sometidos a grandes estímulos. Prefieren ambientes tranquilos, modos de vida rutinarios, poco trato social. En cambio, los extrovertidos tienen un nivel de activación muy bajo, y necesitan estar elevándolo continuamente. Son los “buscadores de emociones” los que necesitan entornos bulliciosos y que van a engrosar la nómina de los temerarios y de otros tipos de valentías sospechosas.
Martin Seligman alcanzó la fama por sus investigaciones sobre la “indefensión aprendida”. Cuando un animal o una persona llega al convencimiento de que haga lo que haga no podrá cambiar la situación dolorosa en que está o que los intentos que hace producen efectos imprevisibles, se retrae de actuar, adopta una actitud de retirada ante una realidad que le supera, que no controla, y puede derivar hacia la depresión. Todo lo que hace que una persona se sienta acorralada, todo lo que vuelva imprevisible el mundo, o todo lo que convenza de la incapacidad para controlar la situación, implanta el miedo.
Para Carlos Castilla del Pino, el núcleo de la personalidad neurótica, es decir, propensa a la angustia, es la inseguridad, siendo todos los demás síntomas –fobias, obsesiones, inhibiciones, somatizaciones, hipocondrías- superestructuras posteriores.
Freud, listo como el hambre, ya lo había dicho: “La angustia es un tronco común de la organización neurótica en marcha hacia conductas neuróticas más estables y más estructuradas.”
Se define la regulación emocional como “los procesos extrínsecos e intrínsecos responsables de monitorizar, evaluar y modificar las reacciones emocionales”. Es la capacidad para cambiar la atención y activar o inhibir conductas. Se hace posible con la maduración neuroendocrina, que permite al niño tranquilizarse a sí mismo. La influencia del estilo parental es relevante incluso en los primeros meses de vida.
Los mecanismos cognitivos van a ser impulsados, dirigidos, por la ebullición de los afectos. La gran hazaña de la naturaleza humana es que la inteligencia ejecutiva, reflexiva, va a intentar someter a control alguno de los movimientos del afecto.
Las decisiones reciben su energía de zonas muy profundas de nuestra vida emocional.
Toda persona necesita una disciplina, lo ideal es que fuera una autodisciplina, absolutamente necesaria para la libertad. Ése debe ser uno de los fines de la educación.
El gran Spinoza habla del conatus, del impulso, como núcleo esencial de la realidad. La esencia del hombre es el deseo, el dinamismo impelente, y su acompañamiento de afectos.
Los filósofos, desde Kant, distinguen entre la realidad y el mundo vivido, percibido y sentido por el sujeto. En la realidad no hay colores, sino fenómenos electromagnéticos. Antes de que apareciera la vida, no había colores. Si no hubiera retinas, sólo existirían longitudes de onda. Quien observa el crepúsculo puede que vea un poético incendio de la bóveda celeste, del firmamento, aunque el cielo no sea abovedado ni firme.”
(José Antonio Marina,
Anatomía del miedo)
sábado, 3 de agosto de 2013
PSICOANALISIS Y REALIDAD: LAS TEORIAS OSCURAS DE CARL JUNG
PSICOANALISIS Y REALIDAD: LAS TEORIAS OSCURAS DE CARL JUNG: Teorias oscuras de Carl Jung Freud dijo que la meta de la terapia era hacer consciente lo inconsciente. Verdaderamente, hizo de e...
PSICOANALISIS Y REALIDAD: LAS TEORIAS OSCURAS DE CARL JUNG
PSICOANALISIS Y REALIDAD: LAS TEORIAS OSCURAS DE CARL JUNG: Teorias oscuras de Carl Jung Freud dijo que la meta de la terapia era hacer consciente lo inconsciente. Verdaderamente, hizo de e...
PSICOANALISIS Y REALIDAD: Jacques Lacan /El saber del psicoanalista, clase V...
PSICOANALISIS Y REALIDAD: Jacques Lacan /El saber del psicoanalista, clase V...: Muy precisamente, en el nivel donde la relación sexual tendría posibilidad, de ningún modo de ser realizada, sino simplemente de ser ...
Jacques Lacan /El saber del psicoanalista, clase V /3 de Marzo 1972
Muy
precisamente, en el nivel donde la relación sexual tendría posibilidad,
de ningún modo de ser realizada, sino simplemente de ser esperada más
allá de la abolición del apartamiento de la función fálica, ya no
hallamos como presencia, me atrevería a decir, más que uno de los dos
sexos. Es muy precisamente esto lo que resulta evidente que tenemos que
aproximar a la experiencia tal como están acostumbrados
a verla enunciarse bajo esta forma que la mujer suscita en tanto el
universal no hace surgir para ella más que la función fálica, en la que
participa, como lo saben — esta es la experiencia, lamentablemente,
demasiado cotidiana como para no velar la estructura— pero no participa
sino queriéndola:
— ya sea arrebatar, encantar al hombre
— ya
sea, Dios mío, que le imponga su servicio, para el caso "...o peor" —
viene al caso decirlo— en que se lo haría. Pero muy precisamente esto no
la universaliza, aunque sería por esto, por esa raíz del "no toda", que
ella encierra otro goce que el goce fálico, el goce llamado propiamente
femenino, que no depende de ningún modo de aquél.
Muy
precisamente, en el nivel donde la relación sexual tendría posibilidad,
de ningún modo de ser realizada, sino simplemente de ser esperada más
allá de la abolición del apartamiento de la función fálica, ya no
hallamos como presencia, me atrevería a decir, más que uno de los dos
sexos. Es muy precisamente esto lo que resulta evidente que tenemos que
aproximar a la experiencia tal como están acostumbrados
a verla enunciarse bajo esta forma que la mujer suscita en tanto el
universal no hace surgir para ella más que la función fálica, en la que
participa, como lo saben — esta es la experiencia, lamentablemente,
demasiado cotidiana como para no velar la estructura— pero no participa
sino queriéndola:
— ya sea arrebatar, encantar al hombre
— ya sea, Dios mío, que le imponga su servicio, para el caso "...o peor" — viene al caso decirlo— en que se lo haría. Pero muy precisamente esto no la universaliza, aunque sería por esto, por esa raíz del "no toda", que ella encierra otro goce que el goce fálico, el goce llamado propiamente femenino, que no depende de ningún modo de aquél.
— ya sea arrebatar, encantar al hombre
— ya sea, Dios mío, que le imponga su servicio, para el caso "...o peor" — viene al caso decirlo— en que se lo haría. Pero muy precisamente esto no la universaliza, aunque sería por esto, por esa raíz del "no toda", que ella encierra otro goce que el goce fálico, el goce llamado propiamente femenino, que no depende de ningún modo de aquél.
viernes, 19 de julio de 2013
PSICOANALISIS Y REALIDAD: ¿Eres un sociopata?
PSICOANALISIS Y REALIDAD: ¿Eres un sociopata?: Los sociópatas (o psicópatas, según el contexto) están entre nosotros, pero no todos cometen horribles crímenes; algunos de hecho pueden ...
El peligroso y descafeinado mundo en el que vivimos ahora
El peligroso y descafeinado mundo en el que vivimos ahora
Publicado: 2012-09-17
Acusado de ser el ideólogo de un nuevo holocausto, o de ser el pensador más peligroso de Occidente, Slavoj Zizek
se ha convertido quizá en el intelectual más influyente de esta década.
O, al menos, en el más popular. Un filósofo y ateo combativo que bebe
de la teoría lacaniana y que cada año se renueva y muestra toda su
artillería teórica. Hace unos meses, por ejemplo, publicó el volumen de
1000 páginas «Less Than Nothing: Hegel and the Shadow of Dialectical Materialism». Y un año atrás, «Living in the End Times».
Aquí una mirada a algunas declaraciones suyas dadas en varias
entrevistas, en las que reflexiona sobre la crisis del capitalismo, la
identidad, la democracia, el cinismo, la individualidad y la libertad.
Un abrebocas y punto de entrada para explorar por toda su importante obra.INMORTALES
El problema de la clonación es que no puedes morir. Es como si tú te mataras y ellos encontraran (hablando idealmente, por supuesto ya que no es todavía científicamente posible) un trocito de carne putrefacta que un buen día fue tuyo y… pueden reproducirte. De pronto eres infinitamente reproducible. Nadie sabe cómo afectará esto a la individualidad.
LA VERDAD ESTÁ EN LA MÁSCARA
¿Se acuerda del 11 de septiembre? Fue una tragedia, y no pretendo burlarme de ello… Bien, se acuerda que algunos pasajeros, al darse cuenta de que iban a morir, pudieron hacer una última llamada a sus familias; y el mensaje fue siempre el mismo: “Voy a morir, pero recuerda que te amo”. No creo que algo de todo aquello haya sido auténtico. Es horrible, pero… Hasta pude hablar con un periodista, que investigó alguno de esos casos y descubrió que uno de los hombres que llamó a su mujer y le dijo “te amo”, estaba en ese vuelo para encontrarse con su amante. Quiero decir que no somos auténticos cuando estamos cerca de la muerte. Nos encontramos en un estado de pánico absoluto, queremos salvarnos y salvar nuestra imagen para la posteridad… Esa es la gran lección del psicoanálisis: Tenemos una máscara, y detrás de ella está nuestro rostro, pero en la máscara hay más verdad. Y los niños pequeños lo saben, haga el experimento si tiene un niño pequeño. Yo lo he hecho con mi hijo… es un poquito cruel: acérquese con la máscara puesta, el niño se asustará, quítesela: “Mira, solo es tu estúpido padre”… y el niño reirá. Pero cuando vuelva a ponerse la máscara, el niño volverá a asustarse, aunque ya sepa que detrás de ella solo está su padre. Y tiene razón: La verdad está en la máscara. Esa es otra lección de la teoría de Lacan del “sujeto descentralizado”.
EL OTRO DESCAFEINADO
El punto es, para mí, que percibimos al otro como un potencial peligro tóxico; y por eso no confío en aquel otro típico y políticamente correcto tópico americano de la “Molestia”, no nos debemos “molestar” los unos a los otros… la “Molestia” es un término que señala nuestra necesidad de no permitirle al otro acercársenos demasiado. Por eso utilizo ese motivo en mis libros, y lo mismo sucede con el consumo: siempre queremos el producto libre de su parte tóxica: queremos café pero sin cafeína, queremos cerveza sin alcohol, queremos dulces sin azúcar, y en el plano de la intersubjetividad lo que realmente queremos es el “otro descafeinado”.
UTOPÍA NOVENTERA
Está muy de moda decir que la desintegración del comunismo en 1989 significó el fin de la utopía y el ingreso a un mundo “post-ideológico”. Sin embargo, los años 90 señalaron el surgimiento de una auténtica utopía. Con el capitalismo liberal ya tenían la fórmula. Todo lo que necesitaban entonces era difundir una actitud posmoderna: nada de identidades fijas. Esa fue la utopía. Si el 11 de setiembre de 2001 tiene un significado simbólico, es justamente el de marcar el final de esta utopía. De manera que, para mí, la verdadera utopía fue la de los años 90. Teníamos todas las respuestas. Debíamos olvidar la revolución porque vivíamos en el mejor sistema posible. Lo que nos hacía falta era más tolerancia, multiculturalismo, libertad sexual. Esto terminó el 11 de setiembre.
LA CRISIS DEL CAPITALISMO
Por supuesto, la inestabilidad e irracionalidad del sistema han quedado ahora al descubierto para todo el mundo, pero deberíamos recordar que esta crisis es una crisis de confianza; estamos gastando billones de dólares en restablecer la confianza. Sin embargo, no creo en lo que piensa la izquierda: “Oh, ahora con la crisis la gente va a darse cuenta de la irracionalidad del capitalismo, quizás esto nos ayude a inventar algo distinto…” Por el contrario, creo que las crisis representan momentos muy peligrosos, y la primera reacción siempre es el miedo; la gente no renuncia a su ideología, sino que se aferra aún más desesperadamente a ella. Hay cosas que podemos aprender de las crisis, pero lamentablemente, al final, el resultado de las crisis va a ser otro ejemplo más de lo que Naomi Klein denominó en su último libro “La Doctrina del Shock”: la crisis es utilizada como estrategia para imponer las reglas del juego capitalista más radicalmente.
LA GUERRA DE IRAK
He escrito sobre ello en La tetera prestada, utilizando un viejo adagio iraquí: un tipo se queja ante otro de que le ha devuelto rota la tetera que le prestó. El otro responde que nunca tomó prestada una tetera. Luego puntualiza que la devolvió intacta. Y añade que, en cualquier caso, la tetera ya estaba rota cuanto la tomó prestada. Las justificaciones de Washington para la guerra de Irak son igualmente incongruentes. George Bush afirmó que Irak disponía de armas de destrucción masiva. Más tarde, que aunque no tuviera esas armas cooperaba con Al Qaeda y constituía una amenaza para el mundo. Al final argumentó que Sadam Husein era un dictador terrible y que eso era razón suficiente para derrocarle. En realidad, las razones eran la extensión de la democracia, la demostración de la hegemonía mundial de Estados Unidos y el control del petróleo, argumentos incongruentes entre sí que condenaban al fracaso la invasión.
SI DIOS FUESE UN PROGRAMADOR
Creo que la única forma de solucionar el problema de la Libertad Humana, la única manera de evitar la idea de que objetivamente estamos manejados por diversos mecanismos y que la libertad solo es una ilusión, es entender a la realidad como algo incompleto, como ontológicamente no del todo constituida. ¿Qué quiero decir con esto? Lo puedo explicar de manera popular, tendiendo un maravilloso paralelo con los videojuegos: En los videojuegos, la realidad no está construida completamente: vemos una casa en segundo plano, pero la casa no está terminada, no está completamente programada, porque el juego no preve que vayamos a entrar ahí; o vemos árboles difusos en el fondo de la escena, pero no podemos acercarnos y ver cómo son esos árboles: existen, pero solo en ese estado de difusión; el universo no está completamente construido. La idea, genial, es: ¿Y si nuestro mundo estuviera constituido de manera similar? Es algo que descubrió la física cuántica, con el principio de indeterminación de Heisenberg, que la realidad misma no está completamente constituida. Si nos acercamos lo suficiente, vemos que la realidad se vuelve difusa, que no está claramente identificada. En otras palabras, y ahora llega el chiste, es como si Dios fuera una especie de programador que creyó que los hombres seríamos demasiado estúpidos como para investigar la realidad hasta el final: ¿porqué iba a tomarse el trabajo de programar todo hasta el último nivel cuántico y subatómico? ¡Hay allí cosas que realmente no están determinadas! Creo que como materialistas, debemos pensar esa apertura, esa falencia ontológica, sin Dios. La realidad no está elaborada por completo; es como si hubiera agujeros blancos y negros, puntos ciegos en la realidad… y esa indeterminación de la Realidad pude, quizás, salvar la Libertad.
TODOS SOMOS CÍNICOS
Sí, perfecto, lo puedo explicar brevemente, con otra pequeña historia que dice mucho sobre la ideología de hoy. Nils Bohr (otra vez, hablando de física cuántica, y esto lo leí en su biografía) tiene una anécdota maravillosamente paradójica: Un amigo lo visitó un día en su casa de campo, y vio que sobre la puerta colgaba una herradura (como sabemos, la superstición europea dice que tener una herradura sobre la puerta impide que los malos espíritus entren en la casa). El amigo (que también era un científico) sorprendido le preguntó al ver la herradura: “¿Por qué tienes eso ahí? ¿Crees en esa superstición?” a lo que Nils Bohr respondió: “Por supuesto que no, soy una persona racional” y el amigo preguntó “¿Y por qué lo tienes?” ¿Y sabe lo que respondió Nils Bohr? “Lo tengo ahí porque escuché que funciona aunque no se crea en ello”. Así funciona, eso es democracia hoy. Todos somos cínicos, nadie cree, pero todos nos comportamos como si creyéramos.
USTED ES LA CULPABLE
Vivimos en una época única, porque estamos motivados por la ideología. Ya no existen las llamadas clásicas “Sé un cristiano” o “Sé un comunista”, “Sacrifícate”… lo que la sociedad hoy quiere de nosotros es una vaga especie de hedonismo iluminado, “Sé tu mismo”, “Sé fiel a ti mismo”, “Realiza tus potenciales”, y siempre con ese aspecto terrorista: ¡Disfruta! ¿Sabe dónde pude experimentarlo? Aquí en Zurich, compré un paquete de golosinas caras, empaquetadas herméticamente, hay que comerlas muy frescas, y me reí mucho al abrir el paquete, pues decía: “Sofort Geniessen!” (“Disfrútelas en seguida!”) Eso es ideología hoy. Literalmente, lo escucho una y otra vez de psicoanalistas: las personas tienen culpa, no porque tengan deseos prohibidos, como antes, cuando los homosexuales sentían culpa, no: las personas sienten culpa porque no son capaces de disfrutar.
SABIDURÍA A LO DALAI LAMA
Lo que no soporto es la “sabiduría” del “intelectual sabio”… Creo que vivimos en una época potencialmente peligrosa, y por eso estoy nervioso. Hay buenos motivos para estar nervioso. Creo que ya no podemos darnos más el lujo de la sabiduría a lo “Dalai Lama”, ése es el camino directo a la catástrofe.
LA OBSCENIDAD DIVINA
Voy a poner un ejemplo sobre la obscenidad divina. Este retorno de Dios. El Gangnam Style. Si alguna vez hubo un fenómeno puramente ideológico hoy es este. ¿Por qué? Saben que es una canción sur coreana burlándose en ese ritmo rave o trance techno, o como lo llamen, un tipo de repetitiva y estúpida música mecánica describiendo el distrito Gangnam como un lugar fashion en el sur de Seúl donde hay gente joven y de mediana edad. Tienes toda esta locura allí, cafeterías, gente que está en sus computadoras por días y que forman parte de todo ello. Y las palabras son extremadamente vulgares. Él tiene la mitad de la edad, ligeramente gordo para un cantante, quien básicamente alaba a una chica de Gangnam, quien durante el día, y esta es una idea machista, es modesta, sirve a su hombre, pero en la noche se abre. Lo que es tan fascinante es cómo esto comenzó como una estúpida canción y entonces, otra vez, explotó en algo casi sagrado. Pueden revisarlo en la web. Hay una serie de conciertos en los estadios donde, algo que no hemos visto desde los comienzos de los Beatles, en el que 10 mil personas rítmicamente quedan enganchados y abordan al cantante quien se llama PSY, como Psycho, aunque yo pienso que tiene una base sobre el baile Psy, o baile psicodélico. Y lo que encontramos es que esos fanáticos se refieren a PSY como el Mesías. Ok, tu primera reacción es quizá "Ok, son unos coreanos estúpidos". Pero no es tan simple como eso, está estallando en todas partes.
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jueves, 11 de julio de 2013
PSICOANALISIS Y REALIDAD: Fragmento de una publicación subida por "El Malest...
PSICOANALISIS Y REALIDAD: Fragmento de una publicación subida por "El Malest...: ¿Podemos decir que la felicidad es un objetivo que está en el final del camino del psicoanálisis? - —La felicidad es un concepto que se...
Fragmento de una publicación subida por "El Malestar en la Cultura"
¿Podemos decir que la felicidad es un objetivo que está en el final del camino del psicoanálisis?
- —La felicidad es un concepto que se emplea mucho en varias áreas. La humanidad quiere la felicidad, de eso no hay duda. Busca sin duda técnicas de felicidad, como dice Freud en El malestar en la cultura. El sujeto prefiere ser feliz antes que infeliz. Pero en el psicoanálisis se descubre que un sujeto puede querer su destrucción. ¿Por qué un sujeto se droga? Sin ahondar demasiado, podemos decir que no es feliz y que encuentra un reemplazo. Sí, pero en cierto modo, es un sujeto que no soporta estar vivo. Por lo tanto, toma drogas, venenos, para que la vida sea soportable. Lo social dice: no es razonable, las drogas son perjudiciales para la salud. Lo social habla así y se apoya en el médico. Pero así no comprende por qué un sujeto puede querer destruirse. Está esa dimensión según la cual el sujeto no quiere preservarse. Pregunta: ¿la felicidad es siempre compatible con el deseo? El deseo es siempre la falta de algo. No se puede decir que el psicoanálisis busque la felicidad del sujeto, pero cuando el sujeto aprende a vivir según su verdad, tiene muchas chances de ser feliz o de evitar el malestar (malheur) subjetivo. Pero no es una técnica de felicidad, sin embargo, hay muchas psicoterapias que sí aspiran a la felicidad, como un objetivo. Freud decía: "Los hombres no quieren ser felices pero eso no significa que el psicoanálisis aliente la tendencia al malestar". Al contrario, el psicoanálisis ofrece una posibilidad de vivir una vida mejor. Los proyectos sociales dicen que van a dar felicidad a la gente. Una vez más, esto es natural porque la lógica del colectivo no es la de la transferencia individual. El psicoanálisis se pregunta por qué hay un malestar (malaise) en la cultura que hace que la tendencia del hombre a la felicidad se vea tan contrariada.
- —Usted mencionó a las psicoterapias que prometen felicidad en forma despectiva, sin embargo hoy son muy aceptadas por personas de todas partes...
- —Puede parecer que se haya desarrollado la necesidad de curar rápidamente el síntoma. O sea, se identifica un sujeto a su síntoma y se lo confunde como tal. Un síntoma en psicoanálisis quiere decir algo. En las terapias breves se estima que hay algo que obstruye al sujeto, cosa que es cierto, y entonces se va a apuntar al síntoma que permitirá al sujeto librarse de él por medio de una técnica breve. ¿Por qué es breve? Breve porque es una técnica de sugestión mientras que el psicoanálisis rompió con la sugestión por la transferencia. Y es una técnica que tiende a desarrollarse a partir del síntoma sin comprender su significado. No quiere decir que sean inútiles pero si por ejemplo el sujeto hace una fobia y lo liberan de las manifestaciones de su fobia mediante un reaprendizaje adaptativo, no habrá comprendido la causa de ella. Entonces, podemos pensar que el síntoma se formará en otra parte. Las terapias breves evidentemente están en la atmósfera de la época porque permiten disminuir el costo social. Se hacen catálogos de síntomas sin ninguna teoría explicativa. Y éstos no son solamente signos del malestar (malaise) en psicopatología, sino también un signo de malestar (malaise) en la cultura.
PSICOANALISIS Y SOCIEDAD
"El malestar social no se psicoanaliza"
Para Paul Laurent-Assoun, el psicoanálisis puede trabajar el malestar social pero no busca la felicidad, sino que el paciente encuentre la verdad en su vida y así construya su bienestar. También sostiene que las terapias breves y la medicina se quedan sólo con el síntoma y que son superficiales.
- —La felicidad es un concepto que se emplea mucho en varias áreas. La humanidad quiere la felicidad, de eso no hay duda. Busca sin duda técnicas de felicidad, como dice Freud en El malestar en la cultura. El sujeto prefiere ser feliz antes que infeliz. Pero en el psicoanálisis se descubre que un sujeto puede querer su destrucción. ¿Por qué un sujeto se droga? Sin ahondar demasiado, podemos decir que no es feliz y que encuentra un reemplazo. Sí, pero en cierto modo, es un sujeto que no soporta estar vivo. Por lo tanto, toma drogas, venenos, para que la vida sea soportable. Lo social dice: no es razonable, las drogas son perjudiciales para la salud. Lo social habla así y se apoya en el médico. Pero así no comprende por qué un sujeto puede querer destruirse. Está esa dimensión según la cual el sujeto no quiere preservarse. Pregunta: ¿la felicidad es siempre compatible con el deseo? El deseo es siempre la falta de algo. No se puede decir que el psicoanálisis busque la felicidad del sujeto, pero cuando el sujeto aprende a vivir según su verdad, tiene muchas chances de ser feliz o de evitar el malestar (malheur) subjetivo. Pero no es una técnica de felicidad, sin embargo, hay muchas psicoterapias que sí aspiran a la felicidad, como un objetivo. Freud decía: "Los hombres no quieren ser felices pero eso no significa que el psicoanálisis aliente la tendencia al malestar". Al contrario, el psicoanálisis ofrece una posibilidad de vivir una vida mejor. Los proyectos sociales dicen que van a dar felicidad a la gente. Una vez más, esto es natural porque la lógica del colectivo no es la de la transferencia individual. El psicoanálisis se pregunta por qué hay un malestar (malaise) en la cultura que hace que la tendencia del hombre a la felicidad se vea tan contrariada.
- —Usted mencionó a las psicoterapias que prometen felicidad en forma despectiva, sin embargo hoy son muy aceptadas por personas de todas partes...
- —Puede parecer que se haya desarrollado la necesidad de curar rápidamente el síntoma. O sea, se identifica un sujeto a su síntoma y se lo confunde como tal. Un síntoma en psicoanálisis quiere decir algo. En las terapias breves se estima que hay algo que obstruye al sujeto, cosa que es cierto, y entonces se va a apuntar al síntoma que permitirá al sujeto librarse de él por medio de una técnica breve. ¿Por qué es breve? Breve porque es una técnica de sugestión mientras que el psicoanálisis rompió con la sugestión por la transferencia. Y es una técnica que tiende a desarrollarse a partir del síntoma sin comprender su significado. No quiere decir que sean inútiles pero si por ejemplo el sujeto hace una fobia y lo liberan de las manifestaciones de su fobia mediante un reaprendizaje adaptativo, no habrá comprendido la causa de ella. Entonces, podemos pensar que el síntoma se formará en otra parte. Las terapias breves evidentemente están en la atmósfera de la época porque permiten disminuir el costo social. Se hacen catálogos de síntomas sin ninguna teoría explicativa. Y éstos no son solamente signos del malestar (malaise) en psicopatología, sino también un signo de malestar (malaise) en la cultura.
PSICOANALISIS Y SOCIEDAD
"El malestar social no se psicoanaliza"
Para Paul Laurent-Assoun, el psicoanálisis puede trabajar el malestar social pero no busca la felicidad, sino que el paciente encuentre la verdad en su vida y así construya su bienestar. También sostiene que las terapias breves y la medicina se quedan sólo con el síntoma y que son superficiales.
domingo, 7 de julio de 2013
PSICOANALISIS Y REALIDAD: Sorprendentes (e inquietantes) resultados de los e...
PSICOANALISIS Y REALIDAD: Sorprendentes (e inquietantes) resultados de los e...: La parte más primitiva de nuestro cerebro, el núcleo caudado o “cerebro reptiliano”, se enciende cuando estamos...
Sorprendentes (e inquietantes) resultados de los efectos del amor en el cerebro humano
La parte más primitiva de nuestro cerebro, el núcleo caudado o “cerebro reptiliano”, se enciende cuando estamos enamorados.
Enamorarse
es tremendamente adictivo. Las respuestas neurológicas en el cerebro
son las mismas que se encienden cuando alguien está bajo la influencia
de narcóticos duros. Es por eso que desenamorarse duele tanto, y toma
tanto tiempo. Y aunque el amor en su forma más pura sea mucho más que un
coctel químico, los estudios que revelan resultados cerebrales son
interesantes, y quizá hasta nos ayuden a entender ciertos
comportamientos que “se apoderan” de nosotros cuando estamos en ese
estado.
De acuerdo con Helen Fisher,
de la Universidad de Rutgers, quien ha pasado su vida investigando los
efectos del amor en el cerebro, dos sorprendentes áreas del cerebro se
iluminan cuando este está concentrado en su objeto de su afecto. La
primera es parte de nuestro cerebro primitivo, reptiliano, que es el
núcleo caudado. También notó que áreas del cerebro asociadas con la
creación de dopamina y norepinefrina están muy activas cuando amamos a alguien. Químicos que se asocian con el placer y la emoción.
Al respecto, Fisher ha comentado:
“Con razón los amantes pueden platicar toda la noche o caminar hasta el
amanecer, escribir poesía extravagante y correos electrónicos tan
reveladores, cruzar continentes u océanos solo para abrazarse un fin de
semana, cambiar de trabajo o de estilo de vida, o incluso morir por el
otro. Inundados en químicos que confieren concentración, estámina y
vigor, y guiados por el motivador motor de la mente, los amantes
sucumben a la urgencia del cortejo herculeano”.
El núcleo caudado, o cerebro reptiliano,
que podría ser donde la primera flama del amor se enciende, es
considerado por muchos como el lugar que alberga al ego. Don Juan Matus habló alguna vez sobre esta región del cerebro:
“Tenemos un predador que vino de las
profundidades del cosmos y tomo las riendas de nuestras vidas. Los seres
humanos son sus prisioneros. El Predador es nuestro señor y nuestro
dueño. Nos ha vuelto dóciles, indefensos. Si queremos protestar, suprime
nuestra protesta. Si queremos actuar independientemente, nos demanda
que no lo hagamos… Todo este tiempo he estado evitando ir al grano,
insinuando que algo nos tiene prisioneros. ¡Sí estamos prisioneros!”
Esto podría ser análogo a, o hasta la causa de que cuando nos enamoramos sentimos que le “pertenecemos” al otro.
viernes, 28 de junio de 2013
PSICOANALISIS Y REALIDAD: ¿Eres un sociopata?
PSICOANALISIS Y REALIDAD: ¿Eres un sociopata?: Los sociópatas (o psicópatas, según el contexto) están entre nosotros, pero no todos cometen horribles crímenes; algunos de hecho pueden ...
¿Eres un sociopata?
Los sociópatas (o psicópatas, según el contexto) están entre
nosotros, pero no todos cometen horribles crímenes; algunos de hecho
pueden ser bastante encantadores y exitosos.
Cuando pensamos en un sociópata o un
psicópata (términos que muchas veces se utilizan como sinónimos según el
contexto clínico o social) solemos pensar en Ted Bundy o algún notorio
asesino serial: alguien capaz de torturar y manipular a la gente por el
simple placer de hacerlo. Pero la sociopatía, de hecho, podría ser algo
que se encuentra a bordo de mentes como la de los presidentes o los
líderes de empresas, es decir, de gente que debe funcionar de manera
perfecta en sociedad.
Se estima que 4% de los estadunidenses
presentan conductas sociópatas en su vida diaria, e incluso presidentes
como Theodor Roosevelt y John F. Kennedy han sido declarados sociópatas
debido a lo que puede interpretarse como una necesidad de dominación y
control absoluto.
La sociopatía es un desorden de
personalidad que se manifiesta en el trato con uno mismo y los demás, y
puede incluir conductas deshonestas y manipuladoras; para la literatura
médica, los sociópatas son encantadores, narcisistas y carecen tanto de
remordimientos como del control de sus propios impulsos. Robert Hare,
psicólogo criminal, diseñó una prueba en 1980 para el diagnóstico de la
psicopatía, el cuál es usado aún para determinar si un criminal puede
salir bajo fianza o merece penas más severas. Hace unos años, Hare mismo
afirmó que “es cuatro veces más probable hallar un psicópata en lo más
alto de la escalera corporativa que encontrarlo en la oficina del
conserje.”
En el libro Confessions of a Sociopath (“Confesiones
de una sociópata”), M.E. Thomas describe en primera persona el problema
de ser una abogada con un curriculum prestigioso, profesora
universitaria y sociópata de tiempo completo. Aunque es una persona
“normal” por fuera, Thomas cuestiona los fundamentos mismos de la
normalidad al confesar que fantasea constantemente con asesinar
personas, se distancia de sus amigos cuando estos tienen problemas
personales y dejan de parecerle divertidos, además de la lucha constante
contra los periodos de autodestrucción.
Otra clase de sociópatas son los
corredores de bolsa de Wall Street. Bernie Madoff, quien se encuentra en
prisión por defraudar fiscalmente por $65 mil millones de dólares a
accionistas y asociaciones caritativas alrededor del mundo (conflicto
tan grave que incluso uno de sus hijos se suicidó a raíz del incidente),
le preguntó a su terapeuta si creía que él era un sociópata. Ella
respondió que no, puesto que Madoff tiene moral y puede sentir
remordimientos: sabe que lo que hizo estuvo mal, aunque no pudiera
controlar sus impulsos. Pero el que Madoff haya logrado manipular a
tanta gente para hacerse con su dinero no permite hacer una barrera
definitiva entre lo que es un sociópata y el que no lo es.
Aunque Thomas afirmara que los
sociópatas o psicópatas no suelen matar gente, confiesa que desde niña
fantaseaba con matar a su padre con sus propias manos, además de
estrangular gente que veía en su rutina escolar, o ahogar bebés en la
piscina cuando era niña; aunque no lleven a cabo estas fantasías, los
sociópatas se entretienen en ellas sin consecuencias. Un entretenimiento
menos saludable, sin embargo, consiste en “arruinar a la gente”; en
palabras de Thomas:
“Sé que mi corazón es más negro y más
frío que el de la mayoría de la gente; tal vez por eso es que estoy
tentado a romper los suyos.”
¿Entonces es posible vivir
funcionalmente en sociedad siendo un psicópata, y cómo podría hacer la
sociedad para contener y aceptar a los psicópatas dentro del núcleo?
Muchos investigadores se muestran reticentes a aceptar que la sociopatía
y otras enfermedades mentales podrían ser catalogadas como formas de
discapacidad en un futuro cercano, sobre todo por la dificultad de un
diagnóstico preciso. John Edens, profesor de psicología de Texas
A&M, quien además evaluó psicológicamente a Thomas y confirmó el
diagnóstico de psicopatía, cree que “decir que alguien es o no psicópata
es un poco como dibujar una línea arbitraria en la arena”, pues mucha
gente muestra rastros de conductas psicópatas de manera más o menos
pronunciada que otras.
¿Qué hacer, pues, con los soldados que
vuelven de la guerra con estrés post-traumático, con el cirujano que no
tiene buen trato social pero que salva vidas con decisiones rápidas en
la sala de urgencias, con los inversionistas de Wall Street que juegan y
apuestan las fortunas de la gente por un rush parecido al de
los apostadores de Las Vegas y con la gente que rebasa los semáforos en
alto sin considerar la seguridad de los demás?
Para Thomas, la terapia simplemente no
funciona, y en su caso acredita el dedicar tiempo a su blog sobre
sociopatía y a la religión mormona por mantenerla relativamente estable.
“Tengo una tendencia naturalmente manipuladora”, dice Thomas, por lo
que la doctrina mormona, con el énfasis en que todos pueden cambiar y
las muchas actividades sociales que realizan, son una válvula de control
para su comportamiento destructivo. Sin embargo, aún falta mucho tiempo
y estudios comprender la naturaleza de trastornos de conducta como la
psicopatía, por lo que no debería sorprendernos de convivir a diario con
varios de ellos, tal vez más cerca de lo que nos imaginamos.
Conocimiento científico e imaginación radical
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lunes, 24 de junio de 2013
PSICOANALISIS Y REALIDAD: Obras de Sigmund Freud: La pérdida de realidad en ...
PSICOANALISIS Y REALIDAD: Obras de Sigmund Freud: La pérdida de realidad en ...: Hace poco tiempo indiqué como uno de los rasgos diferenciales entre neurosis y psicosis que en la primera el yo, en vasallaje a la realid...
Obras de Sigmund Freud: La pérdida de realidad en la neurosis y la psicosis (1924)
Hace poco tiempo indiqué como uno de los rasgos diferenciales
entre neurosis y psicosis que en la primera el yo, en vasallaje a la
realidad, sofoca un fragmento del ello (vida pulsional),
mientras que en la psicosis ese mismo yo, al servicio del ello, se
retira de un fragmento de la realidad {Realität, «contenido objetivo»}.
Por lo tanto, lo decisivo para la neurosis sería la hiperpotencia del
influjo objetivo {Realeinflusses}, y para la psicosis, la hiperpotencia
del ello. La pérdida de realidad {objetividad} estaría dada de antemano en la psicosis; en cambio, se creería que la neurosis la evita.
Ahora bien, esto no condice con la experiencia que todos podemos hacer, y es que cada neurosis perturba de algún modo el nexo del enfermo con la realidad, es para él un medio de retirarse de esta y, en sus formas más graves, importa directamente una huida de la vida real. Esta contradicción parece espinosa; no obstante ello, se la puede eliminar muy fácilmente, y su esclarecimiento no tendrá otro resultado que hacernos avanzar en nuestra inteligencia de la neurosis.
En efecto, la contradicción sólo subsiste mientras tenemos en vista la situación inicial de la neurosis, cuando el yo, al servicio de la realidad, emprende la represión de una moción pulsional. Pero eso no es todavía la neurosis misma. Ella consiste, más bien, en los procesos que aportan un resarcimiento a los sectores perjudicados del ello; por tanto, en la reacción contra la represión y en el fracaso de esta. El aflojamiento del nexo con la realidad es entonces la consecuencia de este segundo paso en la formación de la neurosis, y no deberíamos asombrarnos si la indagación detallada llegara a mostrar que la pérdida de realidad atañe justamente al fragmento de esta última a causa de cuyos reclamos se produjo la represión de la pulsión.
Esta caracterización de la neurosis como resultado de una represión fracasada no es algo nuevo. Siempre lo hemos afirmado, y fue sólo esta nueva trama argumental la que hizo necesario repetirlo.
El mismo reparo, por lo demás, volverá a aflorar con particular fuerza toda vez que se trate de un caso de neurosis cuyo ocasionamiento (la «escena traumática») sea notorio y en que uno pueda ver cómo la persona se extrañó de una vivencia de esa índole y la abandonó a la amnesia. Quiero retomar, a manera de ejemplo, un caso analizado hace muchos años, en que una muchacha enamorada de su cuñado fue conmovida, frente al lecho de muerte de su hermana, por esta idea: «Ahora él queda libre y puede casarse contigo». Esta escena se olvidó en el acto, y así se inició el proceso de regresión que llevó a los dolores histéricos. Pero lo instructivo es ver aquí los caminos por los cuales la neurosis intenta tramitar el conflicto. Ella desvaloriza la alteración objetiva {die reale Veränderung} reprimiendo la exigencia pulsional en cuestión, vale decir, el amor por el cuñado. La reacción psicótica habría sido desmentir el hecho de la muerte de la hermana.
Ahora esperaríamos que en la génesis de la psicosis ocurriese un proceso análogo al que sobreviene en la neurosis, aunque, como es natural, entre otras instancias. Esperaríamos, entonces, que también en la psicosis se perfilaran dos pasos, el primero de los cuales, esta vez, arrancara al yo de la realidad, en tanto el segundo quisiera indemnizar los perjuicios y restableciera el vínculo con la realidad a expensas del ello. Y efectivamente, algo análogo se observa en la psicosis: también en ella hay dos pasos, de los cuales el segundo presenta el carácter de la reparación; pero aquí la analogía deja el sitio a un paralelismo mucho más amplio entre los procesos. El segundo paso de la psicosis quiere también compensar la pérdida de realidad, mas no a expensas de una limitación del ello -como la neurosis lo hacía a expensas del vínculo con lo real-, sino por otro camino, más soberano: por creación de una realidad nueva, que ya no ofrece el mismo motivo de escándalo que la abandonada. En consecuencia, el segundo paso tiene por soporte las mismas tendencias en la neurosis y en la psicosis; en ambos casos sirve al afán de poder del ello, que no se deja constreñir por la realidad. Tanto neurosis como psicosis expresan la rebelión del ello contra el mundo exterior; expresan su displacer o, si se quiere, su incapacidad para adaptarse al apremio de la realidad, a la Anagch [necesidad]. Neurosis y psicosis se diferencian mucho más en la primera reacción, la introductoria, que en el subsiguiente ensayo de reparación.
Esa diferencia inicial se expresa en el resultado final del siguiente modo: en la neurosis se evita, al modo de una huida, un fragmento de la realidad, mientras que en la psicosis se lo reconstruye. Dicho de otro modo: en la psicosis, a la huida inicial sigue una fase activa de reconstrucción; en la neurosis, la obediencia inicial es seguida por un posterior {nachträglich} intento de huida. O de otro modo todavía: la neurosis no desmiente la realidad, se limita a no querer saber nada de ella; la psicosis la desmiente y procura sustituirla. Llamamos normal o «sana» a una conducta que aúna determinados rasgos de ambas reacciones: que, como la neurosis, no desmiente la realidad, pero, como la psicosis, se empeña en modificarla. Esta conducta adecuada a fines, normal, lleva naturalmente a efectuar un trabajo que opere sobre el mundo exterior, y no se conforma, como la psicosis, con producir alteraciones internas; ya no es autoplástica, sino aloplástica.
En la psicosis, el remodelamiento de la realidad tiene lugar en los sedimentos psíquicos de los vínculos que hasta entonces se mantuvieron con ella, o sea en las huellas mnémicas, las representaciones y los juicios que se habían obtenido de ella hasta ese momento y por los cuales era subrogada en el interior de la vida anímica. Pero el vínculo con la realidad nunca había quedado concluido, sino que se enriquecía y variaba de continuo mediante percepciones nuevas. De igual modo, a la psicosis se le plantea la tarea de procurarse percepciones tales que correspondan a la realidad nueva, lo que se logra de la manera más radical por la vía de la alucinación. Si en tantas formas y casos de psicosis los espejismos del recuerdo, las formaciones delirantes y alucinaciones presentan un carácter penosísimo y van unidas a un desarrollo de angustia, ese es el cabal indicio de que todo el proceso de replasmación se consuma contrariando poderosas fuerzas. Es lícito construir el proceso de acuerdo con el modelo de la neurosis, que nos resulta más familiar. En esta última vemos que se reacciona con angustia tan pronto como la moción reprimida empuja hacia adelante, y que el resultado del conflicto no puede ser otro que un compromiso, e incompleto como satisfacción. Es probable que en la psicosis el fragmento de la realidad rechazado se vaya imponiendo cada vez más a la vida anímica, tal como en la neurosis lo hacía la moción reprimida, y por eso las consecuencias son en ambos casos las mismas. Un cometido de la psiquiatría especial, no abordado aún, es elucidar los diversos mecanismos destinados a llevar a cabo en la psicosis el extrañamiento de la realidad y la reedificación de una nueva, así como el grado de éxito que puedan alcanzar.
Por tanto, otra analogía entre neurosis y psicosis es que en ambas la tarea que debe acometerse en el segundo paso fracasa parcialmente, puesto que no puede crearse un sustituto cabal para la pulsíón reprimida (neurosis), y la subrogación de la realidad no se deja verter en los moldes de formas satisfactorias. (No, al menos, en todas las variedades de enfermedades psíquicas.) Pero en uno y otro caso los acentos se distribuyen diversamente. En la psicosis, el acento recae íntegramente sobre el primer paso, que es en sí patológico y sólo puede llevar a la enfermedad; en la neurosis, en cambio, recae en el segundo, el fracaso de la represión, mientras que el primer paso puede lograrse, y en efecto se logra innumerables veces en el marco de la salud, si bien ello no deja de tener sus costos y muestra, como secuela, indicios del gasto psíquico requerido. Estas diferencias, y quizá muchas otras todavía, son consecuencia de la diversidad típica en la situación inicial del conflicto patógeno, a saber, que en ella el yo rinda vasallaje al mundo real o al ello.
La neurosis se conforma, por regla general, con evitar el fragmento de realidad correspondiente y protegerse del encuentro con él. Ahora bien, el tajante distingo entre neurosis y psicosis debe amenguarse, pues tampoco en la neurosis faltan intentos de sustituir la realidad indeseada por otra más acorde al deseo. La posibilidad de ello la da la existencia de un mundo de la fantasía, un ámbito que en su momento fue segregado del mundo exterior real por la instauración del principio de realidad, y que desde entonces quedó liberado, a la manera de una «reserva», de los reclamos de la necesidad de la vida; si bien no es inaccesible para el yo, sólo mantiene una dependencia laxa respecto de él. De este mundo de fantasía toma la neurosis el material para sus neoformaciones de deseo, y comúnmente lo halla, por el camino de la regresión, en una prehistoria real más satisfactoria.
Apenas cabe dudar de que el mundo de la fantasía desempeña en la psicosis el mismo papel, de que también en ella constituye la cámara del tesoro de donde se recoge el material o el modelo para edificar la nueva realidad. Pero el nuevo mundo exterior, fantástico, de la psicosis quiere remplazar a la realidad exterior; en cambio, el de la neurosis gusta de apuntalarse, como el juego de los niños, en un fragmento de la realidad -diverso de aquel contra el cual fue preciso defenderse-, le presta un significado particular y un sentido secreto, que, de manera no siempre del todo acertada, llamamos simbólico. Así, para ambas -neurosis y psicosis-, no sólo cuenta el problema de la pérdida de realidad, sino el de un sustituto de realidad.
Ahora bien, esto no condice con la experiencia que todos podemos hacer, y es que cada neurosis perturba de algún modo el nexo del enfermo con la realidad, es para él un medio de retirarse de esta y, en sus formas más graves, importa directamente una huida de la vida real. Esta contradicción parece espinosa; no obstante ello, se la puede eliminar muy fácilmente, y su esclarecimiento no tendrá otro resultado que hacernos avanzar en nuestra inteligencia de la neurosis.
En efecto, la contradicción sólo subsiste mientras tenemos en vista la situación inicial de la neurosis, cuando el yo, al servicio de la realidad, emprende la represión de una moción pulsional. Pero eso no es todavía la neurosis misma. Ella consiste, más bien, en los procesos que aportan un resarcimiento a los sectores perjudicados del ello; por tanto, en la reacción contra la represión y en el fracaso de esta. El aflojamiento del nexo con la realidad es entonces la consecuencia de este segundo paso en la formación de la neurosis, y no deberíamos asombrarnos si la indagación detallada llegara a mostrar que la pérdida de realidad atañe justamente al fragmento de esta última a causa de cuyos reclamos se produjo la represión de la pulsión.
Esta caracterización de la neurosis como resultado de una represión fracasada no es algo nuevo. Siempre lo hemos afirmado, y fue sólo esta nueva trama argumental la que hizo necesario repetirlo.
El mismo reparo, por lo demás, volverá a aflorar con particular fuerza toda vez que se trate de un caso de neurosis cuyo ocasionamiento (la «escena traumática») sea notorio y en que uno pueda ver cómo la persona se extrañó de una vivencia de esa índole y la abandonó a la amnesia. Quiero retomar, a manera de ejemplo, un caso analizado hace muchos años, en que una muchacha enamorada de su cuñado fue conmovida, frente al lecho de muerte de su hermana, por esta idea: «Ahora él queda libre y puede casarse contigo». Esta escena se olvidó en el acto, y así se inició el proceso de regresión que llevó a los dolores histéricos. Pero lo instructivo es ver aquí los caminos por los cuales la neurosis intenta tramitar el conflicto. Ella desvaloriza la alteración objetiva {die reale Veränderung} reprimiendo la exigencia pulsional en cuestión, vale decir, el amor por el cuñado. La reacción psicótica habría sido desmentir el hecho de la muerte de la hermana.
Ahora esperaríamos que en la génesis de la psicosis ocurriese un proceso análogo al que sobreviene en la neurosis, aunque, como es natural, entre otras instancias. Esperaríamos, entonces, que también en la psicosis se perfilaran dos pasos, el primero de los cuales, esta vez, arrancara al yo de la realidad, en tanto el segundo quisiera indemnizar los perjuicios y restableciera el vínculo con la realidad a expensas del ello. Y efectivamente, algo análogo se observa en la psicosis: también en ella hay dos pasos, de los cuales el segundo presenta el carácter de la reparación; pero aquí la analogía deja el sitio a un paralelismo mucho más amplio entre los procesos. El segundo paso de la psicosis quiere también compensar la pérdida de realidad, mas no a expensas de una limitación del ello -como la neurosis lo hacía a expensas del vínculo con lo real-, sino por otro camino, más soberano: por creación de una realidad nueva, que ya no ofrece el mismo motivo de escándalo que la abandonada. En consecuencia, el segundo paso tiene por soporte las mismas tendencias en la neurosis y en la psicosis; en ambos casos sirve al afán de poder del ello, que no se deja constreñir por la realidad. Tanto neurosis como psicosis expresan la rebelión del ello contra el mundo exterior; expresan su displacer o, si se quiere, su incapacidad para adaptarse al apremio de la realidad, a la Anagch [necesidad]. Neurosis y psicosis se diferencian mucho más en la primera reacción, la introductoria, que en el subsiguiente ensayo de reparación.
Esa diferencia inicial se expresa en el resultado final del siguiente modo: en la neurosis se evita, al modo de una huida, un fragmento de la realidad, mientras que en la psicosis se lo reconstruye. Dicho de otro modo: en la psicosis, a la huida inicial sigue una fase activa de reconstrucción; en la neurosis, la obediencia inicial es seguida por un posterior {nachträglich} intento de huida. O de otro modo todavía: la neurosis no desmiente la realidad, se limita a no querer saber nada de ella; la psicosis la desmiente y procura sustituirla. Llamamos normal o «sana» a una conducta que aúna determinados rasgos de ambas reacciones: que, como la neurosis, no desmiente la realidad, pero, como la psicosis, se empeña en modificarla. Esta conducta adecuada a fines, normal, lleva naturalmente a efectuar un trabajo que opere sobre el mundo exterior, y no se conforma, como la psicosis, con producir alteraciones internas; ya no es autoplástica, sino aloplástica.
En la psicosis, el remodelamiento de la realidad tiene lugar en los sedimentos psíquicos de los vínculos que hasta entonces se mantuvieron con ella, o sea en las huellas mnémicas, las representaciones y los juicios que se habían obtenido de ella hasta ese momento y por los cuales era subrogada en el interior de la vida anímica. Pero el vínculo con la realidad nunca había quedado concluido, sino que se enriquecía y variaba de continuo mediante percepciones nuevas. De igual modo, a la psicosis se le plantea la tarea de procurarse percepciones tales que correspondan a la realidad nueva, lo que se logra de la manera más radical por la vía de la alucinación. Si en tantas formas y casos de psicosis los espejismos del recuerdo, las formaciones delirantes y alucinaciones presentan un carácter penosísimo y van unidas a un desarrollo de angustia, ese es el cabal indicio de que todo el proceso de replasmación se consuma contrariando poderosas fuerzas. Es lícito construir el proceso de acuerdo con el modelo de la neurosis, que nos resulta más familiar. En esta última vemos que se reacciona con angustia tan pronto como la moción reprimida empuja hacia adelante, y que el resultado del conflicto no puede ser otro que un compromiso, e incompleto como satisfacción. Es probable que en la psicosis el fragmento de la realidad rechazado se vaya imponiendo cada vez más a la vida anímica, tal como en la neurosis lo hacía la moción reprimida, y por eso las consecuencias son en ambos casos las mismas. Un cometido de la psiquiatría especial, no abordado aún, es elucidar los diversos mecanismos destinados a llevar a cabo en la psicosis el extrañamiento de la realidad y la reedificación de una nueva, así como el grado de éxito que puedan alcanzar.
Por tanto, otra analogía entre neurosis y psicosis es que en ambas la tarea que debe acometerse en el segundo paso fracasa parcialmente, puesto que no puede crearse un sustituto cabal para la pulsíón reprimida (neurosis), y la subrogación de la realidad no se deja verter en los moldes de formas satisfactorias. (No, al menos, en todas las variedades de enfermedades psíquicas.) Pero en uno y otro caso los acentos se distribuyen diversamente. En la psicosis, el acento recae íntegramente sobre el primer paso, que es en sí patológico y sólo puede llevar a la enfermedad; en la neurosis, en cambio, recae en el segundo, el fracaso de la represión, mientras que el primer paso puede lograrse, y en efecto se logra innumerables veces en el marco de la salud, si bien ello no deja de tener sus costos y muestra, como secuela, indicios del gasto psíquico requerido. Estas diferencias, y quizá muchas otras todavía, son consecuencia de la diversidad típica en la situación inicial del conflicto patógeno, a saber, que en ella el yo rinda vasallaje al mundo real o al ello.
La neurosis se conforma, por regla general, con evitar el fragmento de realidad correspondiente y protegerse del encuentro con él. Ahora bien, el tajante distingo entre neurosis y psicosis debe amenguarse, pues tampoco en la neurosis faltan intentos de sustituir la realidad indeseada por otra más acorde al deseo. La posibilidad de ello la da la existencia de un mundo de la fantasía, un ámbito que en su momento fue segregado del mundo exterior real por la instauración del principio de realidad, y que desde entonces quedó liberado, a la manera de una «reserva», de los reclamos de la necesidad de la vida; si bien no es inaccesible para el yo, sólo mantiene una dependencia laxa respecto de él. De este mundo de fantasía toma la neurosis el material para sus neoformaciones de deseo, y comúnmente lo halla, por el camino de la regresión, en una prehistoria real más satisfactoria.
Apenas cabe dudar de que el mundo de la fantasía desempeña en la psicosis el mismo papel, de que también en ella constituye la cámara del tesoro de donde se recoge el material o el modelo para edificar la nueva realidad. Pero el nuevo mundo exterior, fantástico, de la psicosis quiere remplazar a la realidad exterior; en cambio, el de la neurosis gusta de apuntalarse, como el juego de los niños, en un fragmento de la realidad -diverso de aquel contra el cual fue preciso defenderse-, le presta un significado particular y un sentido secreto, que, de manera no siempre del todo acertada, llamamos simbólico. Así, para ambas -neurosis y psicosis-, no sólo cuenta el problema de la pérdida de realidad, sino el de un sustituto de realidad.
domingo, 23 de junio de 2013
jueves, 20 de junio de 2013
PSICOANALISIS Y REALIDAD: "Una puerta hacia el futuro" Ensayo 1.0. Sobre la ...
PSICOANALISIS Y REALIDAD: "Una puerta hacia el futuro" Ensayo 1.0. Sobre la ...: Los celos, el miedo, la envidia, el deseo, la vanidad, el exhibicionismo, tiene todo la misma raíz. Los celos, nos impelan a actuar, a h...
"Una puerta hacia el futuro" Ensayo 1.0. Sobre la Fenomenología de la conciencia.
Los
celos, el miedo, la envidia, el deseo, la vanidad, el exhibicionismo,
tiene todo la misma raíz. Los celos, nos impelan a actuar, a hacer algo
para poder superarlos. Aunque superarlos queriendo hacer o ser más que
otro, eso nos lleva al desastre de la amargura. Una persona en un ataque
de celos, es capaz de inventar y mentir con tal de justificarse la
carencia que creemos tener, o superar a esa persona a la que tenemos celos.
Cada uno es de una manera peculiar para hacer cualquier cosa: un sastre
es capaz de confeccionar un traje o vestido, camisas y chaquetas; un
cocinero es capaz de hacer platos diversos; ¿por qué habríamos de estar
celosos de que sean buenos sastres y buenos cocineros? Uno tiene que
descubrir la raíz de esos celos que nos destruyen, nos hacen feos y
peligrosos. Y veremos cómo se trata, como si tuviéramos un complejo de
inferioridad, al encontrarnos y sentirnos solos. Pero, la soledad se ha
de comprender al ver que todos también estamos solos, aunque estemos
rodeados de miles, millones de personas. Pues, uno es el resto de la
humanidad, es decir, uno es igual a todos los demás: padecemos alegrías,
tristezas, frustraciones y desengaños, sentimos esa soledad
inconsolable, desgarradora.
¿Podemos ser conscientes de esa soledad,
donde nadie nos puede ayudar, sin huir de ella, ver todo su proceso sin
querer cambiarlo, estando con ella? Si eso es posible, entonces esa
soledad se convierte en algo afortunado, fuente de dicha y felicidad, al
dejar de estar divididos y fragmentado de la situación en que vivo. Es
así como uno está a salvo del ‘yo’, pues el ‘yo’ para operar necesita
que el pensamiento opere, genere sus infinitos problemas. Pero donde hay
atención total, donde está esa dicha, que es lo sagrado, el invento del
‘yo’ no puede ser.
martes, 18 de junio de 2013
PSICOANALISIS Y REALIDAD: Cerebro versus Mente
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Cerebro versus Mente
Cerebro versus Mente
La neurociencia fomenta conclusiones peligrosas cuando deja de lado los factores psicológicos
“Hace algunas décadas que las ciencias duras están avanzando sobre el terreno de las llamadas ciencias “blandas”. Cuestiones relacionadas a la dualidad entre el bien y el mal o el libre albedrío que tradicionalmente habían sido dominio de la filosofía en cuanto a la reflexión abstracta o de la psicología en lo tocante al comportamiento humano, y que están siendo explicadas ahora por disciplinas que tratan de comprender el funcionamiento del cerebro desde la física o la biología.
Todas las épocas tienen un conjunto de discursos que se consideran más válidos que otros para explicar la realidad. Y en parte, el hecho de que la neurociencia esté de moda últimamente se debe a eso.
Sally Satel, psiquiatra y co-autora de Brainwashed: The Seductive Appeal of Mindless Neuroscience (Lavado de cerebro: el seductor atractivo de la neurociencia sin mente), confrontaba recientemente en un artículo en The Atlantic dos perspectivas sobre nuestro cerebro: el de la neurociencia, y el de la psicología, y ponía de manifiesto cómo la primera se sobreestima, dejando de lado todo lo que puede aportar el estudio de la mente.
El imperio de la estructura
No hay duda de que los hallazgos que está haciendo la neurociencia llaman poderosamente la atención de la opinión pública. Sus aplicaciones pueden ir desde crear un dispositivo que leyendo los impulsos eléctricos del cerebro permite al usuario mover objetos con la mente, hasta plantear tratamientos innovadores en enfermedades como la esquizofrenia o el Parkinson.
Pero el funcionamiento del cerebro también está relacionado con la visión que las personas tienen de sí mismas, de su identidad, memoria y aspiraciones, algo que parece estar olvidándose en una tendencia que la autora ha llamado “neurocéntrica”, y que alimenta y extiende la creencia de que el comportamiento humano puede explicarse solo, o principalmente atendiendo al cerebro.
Un ejemplo del peligro que ello entraña está en el hecho de que actualmente, en el Instituto Nacional de Salud de los EEUU, determinados tipos de adicciones sean clasificadas como “enfermedades cerebrales”. Como recuerda Satel, es cierto que las adicciones modifican algunas partes de la estructura y las funciones del cerebro ligadas a la motivación, la memoria, la inhibición o la planificación, pero ello no prueba que el comportamiento del adicto sea totalmente involuntario y que por lo tanto sea incapaz de tener control sobre sí mismo.
Es necesario entender cómo piensa el adicto: su mente contiene historias sobre cómo sucede su adicción, por qué continúa usando determinadas sustancias y, si decide dejarlo, cómo lo va a hacer. Por lo tanto, la respuesta a estas preguntas es imposible que salga de un análisis neurocientífico, y pensar que un adicto es “víctima” de su mecánica cerebral sería negar totalmente responsabilidad sobre su propio destino.
Planteamientos de este tipo, destaca la autora, puede llevar a formular teorías del tipo “no me culpes a mi, culpa a mi cerebro”. En este sentido, no debe confundirse la causa –en parte explicada por lo neuronal, y en parte por lo psicológico- con la excusa.
Ciencia del cerebro y moralidad
Desde que pensamiento y religión se separaron, se ha tendido a pensar –a pesar de que siempre ha sido una de las “grandes preguntas” de la humanidad– que las personas pueden comportarse libremente.
Sin embargo, este presupuesto ha sido puesto en tela de juicio por biólogos como Robert Sapolsky, quien afirma que “nuestro creciente conocimiento sobre el cerebro pone en seria cuestión nociones como voluntad, la culpabilidad o el libre albedrío”.
No hay duda de que las personas pueden ser responsables sólo si tienen libertad de elección, pero, ¿qué tipo de libertad es necesaria? El sentido común y la tradición afirman que la responsabilidad será posible en la medida que una persona sea capaz de deliberar constantemente sobre sus comportamientos, seguir determinadas normas básicas, y en general tener control sobre si mismo.
Pero no todos le tienen tanta fe al ser humano. Sapolsky insiste en que las decisiones personales no se toman libremente, sino que están dictadas por la configuración neuronal.
Las neurociencias tienen el ímpetu y la capacidad de seducción que tienen otras disciplinas que por varias razones están pudiendo desarrollarse con fuerza precisamente ahora.
Sin embargo, no debe perderse de vista que esta área solamente ayuda a comprender las causas físicas –los mecanismos– que están detrás de nuestros pensamientos y emociones; y que para entender por qué actuamos como lo hacemos, también se debe tener en cuenta la psicología, encargada de explorar la mente, ese lugar donde residen los deseos, las intenciones, los ideales y las ansiedades, factores extremadamente determinantes en nuestro hacer cotidiano.”
Fuente: http://www.elobservador.com.uy/noticia/253133/cerebro-versus-mente/
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