sábado, 3 de agosto de 2013

Jacques Lacan /El saber del psicoanalista, clase V /3 de Marzo 1972

Muy precisamente, en el nivel donde la relación sexual tendría posibilidad, de ningún modo de ser realizada, sino simplemente de ser esperada más allá de la abolición del apartamiento de la función fálica, ya no hallamos como presencia, me atrevería a decir, más que uno de los dos sexos. Es muy precisamente esto lo que resulta evidente que tenemos que aproximar a la experiencia tal como están acostumbrados a verla enunciarse bajo esta forma que la mujer suscita en tanto el universal no hace surgir para ella más que la función fálica, en la que participa, como lo saben — esta es la experiencia, lamentablemente, demasiado cotidiana como para no velar la estructura— pero no participa sino queriéndola:
— ya sea arrebatar, encantar al hombre
— ya sea, Dios mío, que le imponga su servicio, para el caso "...o peor" — viene al caso decirlo— en que se lo haría. Pero muy precisamente esto no la universaliza, aunque sería por esto, por esa raíz del "no toda", que ella encierra otro goce que el goce fálico, el goce llamado propiamente femenino, que no depende de ningún modo de aquél.

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