viernes, 25 de enero de 2013

ELLAS HISTERICAS, ELLOS OBSESIVOS

Algunos hombres, algunas mujeres

Ellas histericas, Ellos Obsesivos......

En un intento de que este texto no se convierta en algo demasiado teórico y que podamos pensar cómo se da en la práctica la relación entre la histeria y la neurosis obsesiva, podemos reducir la cuestión a los modos de relación entre un hombre y una mujer, aunque claramente esto no agota la cuestión ni de la histeria ni de la neurosis obsesiva ya que, en realidad tanto histeria como neurosis obsesiva no son formas de ser o tipos de personalidad, sino que son modos de responder al deseo. La histeria lo hace bajo la forma de crearse un deseo insatisfecho y el obsesivo, creándose un deseo imposible. Algo que, para algunos no es tan obvio, es que no lo hacen a propósito.
Generalmente, se asocia la histeria con las mujeres y la neurosis obsesiva con los hombres, no obstante, hay hombres que son histéricos y no todas las mujeres son histéricas. De hecho, estrictamente hablando, para el psicoanálisis la posición femenina se opone a la posición histérica.
A fines de que esto se ponga un poco más entretenido, hagamos referencia a lo que muchas veces ocurre en las relaciones entre algunos hombres y algunas mujeres. Claramente, el amor es vivido de manera diferente por hombres y mujeres. La mujer, en general, parece estar más pendiente del amor, mientras que al hombre (siempre haciendo una generalización un tanto vulgar) parece poder faltarle un poco más. Y esto es así puesto que para algunas mujeres, muchas veces, el "ser" les viene del hombre. Esto es bastante típico cuando vemos mujeres que al terminarse una relación de pareja, sienten no saber quiénes son.
Ahora bien, lo que sabemos de la histeria -y muchos hombres podrían comprobarlo fácilmente- es que en general pide, le pide a un hombre que le dé algo para siempre mostrarse insatisfecha. Por ejemplo, le pide al hombre que le lleve flores y para cuando él lo hace, expresarle que sabe que lo hizo solo porque ella lo pidió o también, esto le puede suscitar sospechas "¿qué hiciste que ahora me traés flores cuando nunca lo hacés?" o simplemente puede hacerle saber al otro que en realidad, no era eso lo que quería. Esto puede resultar muy enojoso para el partenaire, pero destaquemos algo: esto lo mantiene enganchado preguntándose "¿qué quiere en realidad?". En verdad, lo que se esconde detrás de ese pedido, como se trata de toda demanda, es una demanda de amor. Eso que pide -que no es lo que desea- quiere que no se lo den para así mantener la cosa en movimiento, funcionando. Así sostiene el deseo insatisfecho para mantener vivo el deseo del otro y también el propio.
Como contrapartida de esta demanda de la mujer, nos encontramos con la angustia del hombre por tener que dar algo. Esto lo vemos, particularmente en la obsesión. El obsesivo, en realidad no soporta el encuentro con el deseo del otro, por ejemplo con el deseo de una mujer, es por eso que intenta incesantemente suprimir ese deseo, ya sea intentando satisfacerlo o aniquilándolo. El obsesivo quiere a un otro que no desee y por eso, puede pasarse la vida trabajando para satisfacer el deseo de una histérica sin lograrlo porque no puede ver que lo que la histérica le pide, no es lo que desea. No obstante, puede continuar intentándolo infinitamente porque supone que satisfaciéndolo ya no le pedirán más nada, como si pudiera extinguirse el deseo. Por otro lado, la histérica cree que si su deseo es satisfecho, entonces el otro no la deseará más y algo de razón tiene, al menos si se encuentra con un obsesivo. Esta es la paradoja del obsesivo: cuando logra aniquilar el deseo de su partenaire también muere su propio deseo y entonces ya no desea a esa mujer.
Otra cosa de la que sufre el obsesivo es de postergar el encuentro con la mujer todo el tiempo. Bien puede hacerlo dilatándolo, o bien, puede hacerlo bajo la forma de buscarse una mujer inaccesible que no esté a su alcance, apelando a los ideales que él buscaría en una mujer. De este modo, sufre por no poder concretar o encontrar lo que busca. Esta búsqueda de la mujer ideal, muchas veces está sostenida en lo que Freud llamó "la degradación de la vida amorosa" que implica que se ama a una mujer pero se goza con otra y la dificultad para reunir todo en una (la bastante clásica división entre la damita con la cual casarse y la otra mujer, más liberada, que es la que en realidad, suscita el deseo).
En definitiva, tanto la histérica como el obsesivo, buscan mantener lejos al objeto de amor para evitar el problema de los desencuentros que se producen en el encuentro entre ambos.
En general, esta es la base de las idas y venidas noveleras que se arman entre algunos hombres y algunas mujeres. Rescatemos el "algunos/as" ya que esto no es más que una generalización. Si en cambio, tomáramos esto al pie de la letra no se seguirían constituyendo parejas, para lo cual, algo se deberá perder, en el sentido de arriesgar algo.


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