viernes, 7 de diciembre de 2012

PSICO-ARTICULOS

Sexualidad, intimidad y espacio potencial
Carmen Gloria Fenieux

A través de viñetas clínicas se elabora la hipótesis que en ocasiones el sexo
actúa como defensa contra la sexualidad. Es decir, el coito se manifiesta
como expresión de no vínculo y no pensamiento, articulándose como defensa
frente a aspectos libidinales. Aparece entonces lo sexual como algo gélido y
desvitalizado, más movilizado por sentimientos de poder que por anhelos de
vinculación. Tal como lo plantea Freud (1905), en la escena sexual queda
plasmada y de alguna manera congelada la experiencia traumática. Utilizando
conceptos Winnicottianos, se postula que en estos casos existiría una patología
del espacio potencial, entendiendo que el encuentro sexual creativo implica la
mediación del sujeto como creador de sus propios significados así como la
superposición de símbolos que enriquecen el encuentro, los que representan
la unión y la separación al mismo tiempo. Se hipotetiza que el trabajo
psicoanalítico al ampliar la experiencia del self del paciente, permite nuevos
grados de libertad en la experiencia pulsional. Esto posibilita la creación de un
espacio potencial requisito necesario para la intimidad y la experiencia amorosa
con otro.


La transferencia perversa y la vinculación maligna
Estela Welldon

El término “vínculo maligno” se aplica a una serie de características muy
severas de la personalidad que aparece conjuntamente en parejas, quienes no
tienen un conocimiento conciente de haber compartido tempranas experiencias
de abuso físico o sexual, siendo ésta la razón inconsciente por la atracción
recíproca que los une.
La pareja continua a mantener tal fuerte ligazón perversa a través de la
ejecución de actos sadísticos sexuales perpetrados en contra de personas
vulnerables, tales como sus propios hijos o hacia otros individuos inmaduros
quienes caen bajo el control y la dominación de dicha pareja.
Repetición y registración de estas acciones perversas son mecanismos
creados para obtener un sentido de poder y control. Esto es totalmente ilusorio
y transitorio para poder lidiar con experiencias primitivas de tremendo
desamparo. La necesidad de registrar estas acciones y de repetirlas se debe a
la naturaleza ilusoria de muy breve duración.
La pareja actúa juntos en forma auto-destructiva, y también hacia objetos
externos. Esta participación mutua les provee con un incremento del vínculo
maligno añadiendo una calidad pervasiva muy excitante como igualmente
erótica.
Estos actos están iniciados y también estimulados no sólo por el hombre sino
también por la mujer. En este tipo de pareja no se puede hacer una
diferenciación entre el perpetrador y la víctima. Ambos como pareja ejercitan
con igual participación en el diseño y la ejecución de sus acciones en un intento
inconsciente de deshacerse de las propias primitivas experiencias por las
cuales ellos han sido víctimas.
Esto es lo que defino como “vinculo maligno”.


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