viernes, 25 de enero de 2013

PSICOANALISIS: Joe Dispenza, doctor en Quiropráctica, bioquímico ...

PSICOANALISIS: Joe Dispenza, doctor en Quiropráctica, bioquímico ...: La ley del cambio Nuestra personalidad y nuestra realidad se han construido según cómo pensamos, actuamos y sentimos. Con mucha discipli...

Joe Dispenza, doctor en Quiropráctica, bioquímico y neurocientífico: “Si quieres otra realidad, debes convertirte en otra persona”

La ley del cambio
Nuestra personalidad y nuestra realidad se han construido según cómo pensamos, actuamos y sentimos. Con mucha disciplina, entrando a diario en nuestro cerebro, podemos, según Dispenza, crear nuestra realidad. En su último libro, Deja de ser tú (Urano), explica cómo y propone un aprendizaje de cuatro semanas. Quiropráctico con una vida de película, tuvo una lesión que le hizo replantearse las capacidades de nuestro cerebro y se convirtió en bioquímico y neurocientífico. “Primero investigué las remisiones espontáneas de enfermedades y analicé qué tenían en común las personas que lo conseguían. Luego decidí reproducirlo, y todo lo que es reproducible se convierte en una ley”

Lleva años defendiendo que podemos llegar a controlar nuestra mente y la realidad.
La mente determina la experiencia exterior, porque todo se reduce a campos de energía, de modo que nuestro pensamiento altera constantemente nuestra realidad. Es posible cambiar circunstancias de la realidad si sabemos cómo.
Pues debo de ser muy torpe.
Si sostiene los mismos pensamientos, si lleva a cabo las mismas acciones y vive con los mismos sentimientos y emociones, su cerebro y su cuerpo seguirán igual; pero cada vez que aprende algo establece nuevas conexiones que cambian físicamente su cerebro.
Nos pasamos la vida aprendiendo.
No todos. Aun así, aprender no es suficiente. Has de aplicar lo que aprendes, y cuando empiezas a experimentar las emociones de esa experiencia, entonces literalmente das nuevas señales a tus neuronas y creas nuevas sinapsis: a eso se le llama evolución.
Si fuera tan sencillo…
Siempre estamos creando un futuro, lo que pasa es que solemos crear el mismo, reafirmamos nuestra personalidad. Vivimos dirigidos por una serie de pensamientos, conductas y reacciones emocionales memorizados (temor, culpabilidad, falta de autoestima, enfado, prejuicios…) que son muy adictivos y que funcionan como programas informáticos instalados en el subconsciente.
¿Dónde está el cambio?
En ser más grande que las circunstancias de tu vida. O somos las víctimas de nuestra realidad o los creadores.
Suena a autoayuda.
Si analizamos grandes personajes de nuestra historia, vemos que todos ellos pensaron e imaginaron un futuro el suficiente número de veces como para que su cerebro cambiara literalmente, hasta el punto de que sentían esa experiencia deseada como si ya hubiera sucedido.
Primero crearon el cambio en ellos.
Cambiar significa ir más allá del entorno, el cuerpo y el tiempo. Podemos hacer que el pensamiento sea más real que cualquier otra cosa, y lo hacemos a diario: si estamos conduciendo por una carretera pero concentrados en nuestro pensamiento, no vemos la carretera, no sentimos nuestro cuerpo y no sabemos cuánto tiempo ha pasado. Ese estado es el que utilizamos para crear.
Absortos en la emoción.
Pero la mayoría de las personas están pensando en sus problemas en lugar de pensar en las posibilidades.
Pero pensar en algo no lo hace real.
Una vez tenemos una visión, nuestro comportamiento debe responder a las intenciones. La mente y el cuerpo deben trabajar juntos. Tenemos que escoger de manera distinta de como hemos escogido para que pueda suceder algo nuevo. Si quiere crear una nueva realidad personal, tiene que, literalmente, convertirse en otra persona.
¿Cómo?
Mediante un programa de meditación desligada de misticismos que pretende que el cerebro y el cuerpo no respondan de forma predecible. Se trata de que se convierta en una habilidad, de abrir la puerta del sistema operativo, de todos esos programas subconscientes donde realmente ocurre el cambio.
Pongamos, por ejemplo, la ansiedad…
El escáner de alguien con ansiedad o con depresión es el mismo: el cerebro empieza a segregar química como si eso que teme la persona estuviera sucediendo, y con el tiempo esa química se convierte en adictiva.
¿Cómo salir del bucle?
Meditación significa familiarizarse con. Si haces conscientes tus pensamientos y tus hábitos automáticos y observas las emociones, empiezas a objetivizar tu mente subconsciente. Si te familiarizas con los aspectos de ti mismo que crean la ansiedad (o lo que quieras cambiar), durante la vigilia observarás cuándo empiezas a sentirte de esa manera y serás capaz de cambiarlo.
¿Y a partir de ahí?
… Si decides quién quieres ser, cuál es el gran ideal de ti mismo, qué pensamientos quieres tener, qué conductas quieres demostrar, qué emociones quieres experimentar; si te recuerdas cada día quién ya no quieres ser y quién quieres ser y empiezas a pensar en nuevas formas de ser, cuanto más pienses en ello y más lo planifiques, más estás instalando los circuitos en el cerebro.
Cuanto más te observes a ti mismo.
Exacto. Si podemos enseñar al cuerpo a confiar en el futuro y vivir en la alegría, creamos nuevas conexiones. Una atención clara y una emoción elevada cambian el destino. Pero requiere disciplina. El simple pensamiento positivo no funciona, porque la negatividad está instalada en el subconsciente. Los cambios verdaderos consisten en ser consciente de tus reacciones inconscientes.
¿Y qué dicen sus colegas?, ¿le tratan de esotérico, chiflado…?
Hay una división intelectual: tengo colegas que defienden teorías similares a las mías y somos tan científicos como los que defienden modelos más convencionales. Pero yo propongo que se pruebe y se juzgue.

Origen: La Vanguardia
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PSICOANALISIS: Tiempo Terapéutico

PSICOANALISIS: Tiempo Terapéutico: El Psicoanálisis La tesis básica freudiana señala que nuestras motivaciones permanecen en nuestro inconsciente, ocultas, debido a una ...

Tiempo Terapéutico

El Psicoanálisis

La tesis básica freudiana señala que nuestras motivaciones permanecen en nuestro inconsciente, ocultas, debido a una fuerza represiva que las aparta de la conciencia.
Tal represión es necesaria en tanto los impulsos instintivos se expresan bajo forma de fantasías infantiles, pasiones incontroladas, deseo sexual y agresividad.
Freud explicó que los trastornos mentales se producían cuando fallaba ”el sistema represivo”, dando así lugar a la expresión de ataques de pánico, obsesiones y fobias.
El método que creó, el psicoanálisis, pretendía rastrear los síntomas hasta dar con la raíz inconsciente y exponerlos a un juicio racional con el fin de disminuir su fuerza compulsiva.
Tesis que fue muy cuestionada por la biología que intentó dar explicación a los trastornos mentales. (años ’50 del siglo XX) a través de desajustes de los componentes químicos.
Posteriormente las investigaciones se orientaron hacia la búsqueda de estos componentes, dando explicación de cuadros psicopatológicos. Por ejemplo la depresión se atribuyó a desarreglos químicos y se dejó de contemplar que se trataba de una debilidad que socavaba los afectos infantiles.
Hoy en día, afortunadamente, se intenta integrar ambos enfoques, no se descarta el desajuste químico ni la influencia de la historia personal en él.
De modo que la teoría de la represión, el modelo estructural de la mente diseñado por Sigmund Freud, Ello, Yo y Superyo, además de la teoría de los procesos mentales conscientes e inconscientes, tienen amplia vigencia para el diagnóstico, tratamiento e investigación de los padecimientos psíquicos.

PSICOANALISIS: ¿Cómo funciona el deseo?

PSICOANALISIS: ¿Cómo funciona el deseo?: ¿Por qué nos gusta una persona y nos repele otra? ¿Cómo funciona el deseo? Parece algo enigmático, pero no lo es. Los expertos asegu...

¿Cómo funciona el deseo?

¿Por qué nos gusta una persona y nos repele otra? ¿Cómo funciona el deseo?

Parece algo enigmático, pero no lo es. Los expertos aseguran que el deseo no es ciego. En apariencia, la gente se atrae, se repele o se ignora por razones que no siempre se acierta a definir. Pero "el deseo tiene un fuerte componente mental", asegura la psicóloga clínica Mila Cahue, asesora del portal de Internet Meetic-Match. "No existen reglas fijas que indiquen por qué deseamos a alguien. Entran en juego desde el factor genético hasta el aprendizaje sentimental", coinciden psicólogos y sexólogos.

"Cada uno va diseñando una imagen fruto de diversos factores: por un lado, una predisposición genética; por otro, el modelo educativo que adquirimos en el entorno familiar y social, y finalmente, el filtro cultural. Es una proyección, un entramado subjetivo que te lleva a desear a alguien que te gusta. Aunque a veces al conocer a esa persona te deja de gustar", precisa Cahue.

En ocasiones incluso se desea a alguien por razones directas: la sensación profunda de que alguien nos hace sentir bien.

Al igual que Cahue, la psicóloga Ángeles Sanz Yaque considera que las características emocionales del sujeto determinan en buena parte el objeto de deseo. Pero, desde el punto de vista físico, el nivel de testosterona es decisivo. También en la mujer. "En el hombre, este nivel es bastante estable, mientras que en la mujer hay fluctuaciones: la influencia hormonal se nota más durante la ovulación", señala.

Hay que sumar, además, el nivel de autoestima y el equilibrio afectivo. Si alguien se siente seguro, selecciona más. Pero si se encuentra en un momento delicado, más inseguro, está más receptivo, y su abanico se amplía. "Los filtros culturales y religiosos también son muy importantes", agrega el psiquiatra José María Valls, secretario de la Fundación Castilla del Pino, España. "Hay un abismo entre una europea y una afgana a la hora de expresar su deseo. Por otra parte, la mayoría de las religiones ejerce un efecto restrictivo, pero hay que distinguir entre espiritualidad y religiosidad", añade.

"El deseo va más allá de la atracción física. A mí me motiva especialmente el olor, la sensación de bienestar y confianza que me inspira esa piel en particular; todo eso que llamamos química", afirma una madrileña de 45 años que acaba de iniciar una relación. Los expertos han estudiado el lenguaje de la intimidad. "Hay mujeres que encuentran más erótico besar durante largo tiempo a su pareja que emprender acciones sexuales más explícitas. Los besos ayudan a liberar endorfinas, encargadas de generar bienestar y relajación. Cuando se está enamorado se segrega oxitocina (la hormona que permite la dilatación en el parto y la lactancia, a la vez que se la relaciona con la excitación sexual)", indica Cahue.

El deseo cumple, además, una función, la de reequilibrar algo de lo que carecemos. Ése es el motor de muchas fascinaciones aparentemente contradictorias. Ella es ejecutiva de éxito, y él, un bohemio. ¿Por qué se han elegido? ¿Por qué perduran? "No siempre son tan desiguales esas parejas que consideramos flor de un día", explica Cahue. "Quizá los sueños íntimos de esa ejecutiva se acerquen a una vida más bohemia. Y él tal vez aspire a una vida ordenada". Algo que no es aplicable a todas las ejecutivas, desde luego, ni a todos los bohemios.

"Hombres y mujeres siguen respondiendo aún a patrones distintos: el varón tiende a desear a muchas, cuantas más mejor, por aquella razón ancestral de dejar su impronta. Mientras la mujer sigue seleccionando pocas parejas y de calidad, tanto para ellas como para sus hijos", recuerda Valls. Aunque este viejo esquema está cambiando: algunas mujeres empiezan a buscar más variedad sexual, sobre todo si ya tienen hijos. Sea como fuere, "la píldora anticonceptiva ha sido el gran afrodisiaco para la mujer", afirma Valls: al separar procreación y sexualidad, la mujer manifiesta su deseo sin miedo.

"El deseo de amar y ser amado está ahí, es algo visceral, una búsqueda activa del otro. No podemos escapar a esta ley de la naturaleza, aunque seamos capaces ya de tomar decisiones y de no enfocarlo a la procreación", manifiesta Aurora García, psicóloga integrada en el gabinete Álava-Reyes. Podría decirse que se está programado para desear. Aunque no siempre encontremos el objeto de deseo soñado o no entendamos por qué nos resulta deseable y hasta irresistible alguien que no coincide con nuestro ideal físico o social. Aurora García insiste en que la mujer sigue buscando un hombre no dominante, pero sí fuerte. Y los hombres, belleza o sumisión: todavía muchos piensan que si ella es servicial, cuidará mejor de los hijos.

El deseo es un motor para conseguir amor, y otras cosas. Hay expertos que aseguran que las mujeres en periodo fértil se interesan por hombres con marcados rasgos masculinos. Mientras que en otras fases del ciclo menstrual el aspecto físico no es tan determinante.

Muchos estudios responden a viejos estereotipos sexuales. Pero al final "es el cerebro el que interpreta este flujo de información fisiológica que le llega y desencadena a tiempo una sucesión de pensamientos e imágenes", recuerda Cahue.

¿Por qué deseo al final a quien no es mi tipo? En parte, porque se conoce a esa persona en un momento de mayor apertura o cuando se está más activo. O, por el contrario, bajo una sensación de fracaso o de ilusión, explica Sanz. También hay quien fantasea y se engancha en función de sus propias necesidades, "poniendo en marcha una estrategia para lograr que esa persona se comporte del modo que espera". Aunque al final "se da cuenta de que no tiene que ver consigo y que lo importante era el juego", agrega Sanz.

Uno de los enemigos del deseo en las parejas actuales es el desarrollo profesional, altamente competitivo, apunta. "Se tienen los hijos cada vez más tarde, se vive una presión por ascender, y no practican el sexo simplemente porque llegan a casa agotados". Doce horas diarias en la oficina acaban con muchas parejas.

Cuando amor y deseo coinciden, ambos se retroalimentan. Con el tiempo, sin embargo, la emoción del amor se transforma en hábito, y el deseo necesita nuevos estímulos. Cahue no comparte la idea de que la estabilidad traiga el aburrimiento. "La pareja en sí no es aburrida, lo son las personas", sugiere.

La reciente encuesta sobre salud sexual elaborada por el Ministerio de Sanidad confirma que un 20% de mujeres y un 15% de los hombres se sienten insatisfechos en su sexualidad. "Hay parejas que funcionan bajo mínimos, y de algún modo lo asumen. Con esa situación es fácil estancarse y que el deseo se bloquee. Aunque esa falta de deseo es en ocasiones algo subjetivo", advierte Sanza.

Hay gente que inhibe sus deseos porque no ha aprendido a expresarlos o porque no quiere entrar en conflicto con los de otras personas y se bloquea. Hay que aprender a decir "quiero esto" sin que eso implique molestar al otro. De cualquier modo, debajo del deseo hay mecanismos y filtros personales y sociales: no es lo mismo un chico de 18 años que de 60.

La edad influye claramente en el deseo por el efecto hormonal. "Aunque disociemos procreación y sexo, el cerebro marca las diversas etapas de mayor energía o de declive", recuerda Valls. "A los 22 años, el deseo es más vivo. A otras edades se buscan los momentos emocionales, la comunicación", dice Mila Cahue. Pero ¿pervive el deseo? "Si la mujer ha tenido una vida sexual más o menos intensa, el deseo se mantiene en la madurez. Si has ido de más a menos, cuando llega cierta edad echas el cierre", reconoce Ángeles Sanz. En el hombre, la viagra ayuda, pero "si no le apetece, la pastilla no sirve", resume Valls.

PSICOANALISIS: Salir adelante luego de una experiencia traumática...

PSICOANALISIS: Salir adelante luego de una experiencia traumática...: Abidal, Maria de Villota, el científico Stephen Hawking o el malogrado actor Christopher Reeve (entre otros muchos) cuentan con un d...

Salir adelante luego de una experiencia traumática | Resiliencia


Abidal, Maria de Villota, el científico Stephen Hawking o el malogrado actor Christopher Reeve (entre otros muchos) cuentan con un denominador común si prestamos un mínimo de atención. Todos ellos hicieron, en un momento dado de sus respectivas vidas, del sufrimiento, virtud. En su día, la fatalidad les golpeó sin miramientos (un cáncer de hígado, la pérdida de un ojo o quedarse postrado en una silla de ruedas para el resto de sus días), pero lejos de hundirse, paradójicamente todos ellos salieron fortalecidos del trauma vivido.

Este fenómeno responde al nombre de resiliencia. Según la definición de la Real Academia española, se trata de “la capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas”.

Hay bastante consenso entre los investigadores a la hora de identificar a la estadounidense Emmy Werner como la pionera en efectuar un estudio, a mediados del siglo XX, sobre resiliencia. Werner heredó el concepto del psicoanalista británico John Bowlby, quien a su vez lo tomó prestado de la Física. De este ámbito es de donde procede, originariamente, el término.

La Física lo define como la capacidad que tienen algunos metales para doblarse y luego volver a su posición original cuando se deja de ejercer presión sobre ellos. En psicología, “se usa la metáfora de los juncos” para explicar el concepto, relata a LaVanguardia.com el profesor de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid, Gonzalo Hervás. “Cuando el caudal aumenta considerablemente, los juncos de los ríos se doblan, sin romperse y sin quebrarse, y luego vuelven a su posición original cuando las aguas recuperan su aspecto habitual”, añade.

¿Es posible ser resiliente, o es algo genético?

Son muchas, o bastantes para ser exactos, las personas que tienen, entre sus aptitudes, la de ser resilientes. Aunque puede tener algo que decir, la genética no determina de manera unívoca que un individuo cuente o no con esta, dijéramos, habilidad. Y es que se puede aprender a ser resiliente, aunque no todo el mundo puede hacerlo. “Uno puede pensar que el porcentaje de respuestas resilientes es minoritaria. Pero en realidad es bastante más alta de lo que esperaríamos, entre un 30 y un 50%. Es algo frecuente ser resiliente, y mucha gente se sorprende a sí misma cuando lo descubre”, esgrime Gonzalo Hervás.

El problema radica en que para saber si uno cuenta, o no, con esta capacidad es necesario pasar por una experiencia extrema. “Esa es la prueba de fuego y es lo que hace que uno lo confirme”, asegura el profesor de la Complutense. De hecho, “la persona (y esto enlaza con otro concepto psicológico que se llama crecimiento tras la adversidad) descubre esas capacidades nuevas que desconocía y se siente mucho más seguro para enfrentarse a otras experiencias. Uno redescubre cuáles son sus determinados valores, y esto conduce a un cambio vital, de filosofía de vida”, agrega.

Para muestra, un botón. “Ahora veo más que antes lo que es importante en la vida”, dijo la piloto de Fórmula 1, Maria de Villota, días después de perder el ojo derecho a causa de un accidente con su monoplaza.

Identificada como una patología

En el siglo pasado, a las personas resilientes, por desconocimiento, se les había llegado a tachar de enfermizas. “Antes, cuando no había ni siquiera términos, y por supuesto menos aún teorías sobre aspectos positivos relacionados con las fortalezas humanas, se interpretaban estas realidades con las teorías que habían. Y sólo había teorías para lo negativo”, recuerda Hervás.

En consecuencia, al final se acababa identificando un rasgo positivo como algo patológico: que si estaban reprimiendo, que si estaban encapsulando la vivencia traumática y no la estaban expresando… cuando, en realidad, eran personas resilientes al 100% que estaban sumergidas en un proceso totalmente sano.

Cabe remarcar que una persona puede tener experiencias de dolor sin que, necesariamente, tenga que vivirlas en el plano más social. “En paralelo, incluso, puede mantener una actitud bastante positiva, sin perder la capacidad de disfrutar”, esgrime Hervás.

La fe, ¿generadora de personas resilientes?

Se ha observado que la espiritualidad y la religiosidad pueden ayudar a algunas personas a ser más resilientes. Y lo pueden hacer por la vía de dar sentido a determinadas experiencias adversas y, también, por el apoyo social que pueden recibir las personas que pasan por un trauma vital (al contar con un entorno que puede favorecer la expresión de las emociones).

“Pero es muy importante la flexibilidad”, recuerda Hervás. “Las creencias demasiado rígidas, sean de tipo religioso o de otro, están asociadas a una peor recuperación tras la adversidad”, añade.

Sacar partido a la adversidad

Al final, todo se reduce a intentar sacar la parte positiva de una situación extrema vivida, algo nada fácil. Y es que hay que ser consciente de que la adversidad está presente en nuestras vidas y antes o después vamos a encontrarnos (en mayor o menor medida) con ella. “Hay que intentar aprovechar las oportunidades que te pueda dar la adversidad. En frío, todo el mundo preferiría obviarla, pero una vez estás sumergido en una situación difícil hay que intentar, en la medida de lo posible, tratar de sacar algo bueno de ella”, remata Hervás.

Violencia, gritos, catarsis, ¿realmente mejora las cosas?



Cuantas veces, ante una frustración nos sentimos invadidos por profunda ira, un enojo intolerable y los peores sentimientos se “acumulan”, tratamos de ”descargado” a través de gritos, insultos o golpes.

Cuantas veces hemos escuchado que esta “descargarnos ” con lo primero o el primero que aparece. Cuantas veces otro lo hace con nosotros. Con la teoría de que “se rebalsó el vaso. Empezamos a los gritos o a los insultos (eventualmente a los golpes). Cuantas veces algún otro empieza a “descargarse” con nosotros.

La teoría está mal. Los gritos, los insultos y los golpes:

Si bien estas “explosiones” permiten “sentirse capaz de expresar los sentimientos”, “decir todo lo que uno piensa” no necesariamente resuelven el problema en cuestión.

Que esa teoría se haya repetido durante años significa que sea cierto. No negamos que gritar nos produzca alguna descarga emocional o que gritar en algún caso particular pueda traer algún beneficio.

Si estamos muy seguros, que estas escenas, que de algún modo fueron aprendidas a lo largo de nuestras vidas pueden, por el contrario, llegar a empeorar nuestros vínculos.

La “descarga violenta” puede:

* Realimentar la ira.
* Aumentar la distancia emocional de quien sufre los gritos.
* Subir la presión arterial y producir taquicardia en quien “descarga” y quien recibe.
* Bajar la autoestima de quien es insultado.
* Impedir desarrollar el nivel informativo de la comunicación (sólo transmite emociones)
* Agravar los sentimientos de frustración e impotencia.
* Tender a perpetuarse en el tiempo (con “aclaraciones” y pedidos de disculpa).
* Empeorar y cronificar los problemas.

Cuando nos enojamos, en general, no escuchamos al otro. Por el contrario, cuando gritamos logramos convencernos de que tenemos razón y que la otra persona merece ser insultada. En medio de los gritos y los insultos no podemos pensar ni escuchar lo que realmente nos dicen. Solo automáticamente seguimos contestando que no o seguimos con nuestra idea.

“Cantor que canta bajito
Tiene miedo o poca voz
Pero el que canta a los gritos
Tiene herido el corazón.”

Copla salteña


GUSTAVO FERNANDEZ HIACELAY

 

Celos destructivos



Los celos son un estado emocional producto del miedo a perder un vínculo o un lugar privilegiado dentro de una relación. Ellos nos acompañan a lo largo de nuestra vida, están presentes desde nuestra edad más temprana.

Existen diferentes tipos de celos, aquellos que aparecen como una señal o síntoma de que algo en la relación no esta funcionando bien. Generalmente se encuentran fundados de datos concretos de la realidad, como por ejemplo la falta de atención, afecto o dialogo por parte de uno de los integrantes de la relación, algún hecho confuso que haga perder la confianza en el otro.
Este tipo de celos a diferencia de los obsesivos por lo general son el motor que llevan al dialogo permitiendo generar nuevos acuerdos y aclarar las cosas. Comúnmente solo se tratan de una demanda de amor que no es difícil de subsanar, pero que debe ser atendida

Los celos patológicos por su parte son aquellos que se sustentan en una concepción errónea de lo que es una relación afectiva, amar o querer se confunde con tener o poseer. Es el afán enfermizo de que el otro sea solo para mí.
En ellos hay un control obsesivo, violencia y acosos infundados, ya que la persona tiende a ver un tercero constantemente donde no lo hay, producto de su baja autoestima e inseguridades.
De esta forma lo único que se logra es una relación que se va deteriorando a lo largo del tiempo, la cual en algunos casos puede desembocar en hechos de violencia física, psíquica y moral.

Muchas veces llegan a la consulta psicológica el celado a quién se le hace imposible sostener el vinculo en estos términos y en otros casos el celoso quien da cuenta que si continua con esta forma de relación lo terminara perdiendo todo.


GUSTAVO FERNANDEZ HIACELAY. PSICOLOGO 


PSICOANALISIS: ¿El tiempo libre puede ser fuente de problemas?

PSICOANALISIS: ¿El tiempo libre puede ser fuente de problemas?: Seguramente todos lo hemos experimentado alguna vez, y la respuesta es sí, el ocio puede traernos problemas por exceso, además de por...

¿El tiempo libre puede ser fuente de problemas?



Seguramente todos lo hemos experimentado alguna vez, y la respuesta es sí, el ocio puede traernos problemas por exceso, además de por defecto. Y ante todo, puede acentuar problemas emocionales o mentales según como lo estemos empleando, y, como animales de costumbres que somos, solemos emplearlo siempre en las mismas actividades, que quizás no son las más adecuadas para nosotros.

En tiempos pasados, el ocio (escaso) se utilizaba para descansar del duro trabajo físico. Hoy en día, el trabajo de la mayoría de las personas es mucho más liviano, y la cantidad de tiempo libre ha aumentado considerablemente. Pero nadie o casi nadie nos ha educado para emplear ese tiempo , ni nosotros/as nos solemos sentar a organizar cómo queremos y debemos pasarlo para que nos resulte positivo.
Y a veces lo malgastamos día tras día, o peor aún, lo empleamos en actividades que nos perjudican psicológicamente.

Porque uno de los grandes problemas es que en nuestra sociedad hay miedo al aburrimiento, está mal visto aburrisrse, y además las formas preferidas de entretenimiento son las que producen una gratificación inmediata y que no exigen apenas esfuerzo. A veces medimos la calidad de una vida por la cantidad de diversión que contiene.

El tiempo libre es el que no se necesita emplear para trabajar con el fin de ganar lo necesario para llevar una vida suficientemente desahogada, cómoda. Desde un punto de vista práctico las actividades de ocio pasan a ser un problema cuando se le dedica excesivo tiempo o cuando se emplea en actividades perjudiciales.
En cuanto a los objetivos de la actividad de ocio, el elemento a fomentar para aumentar su gratificación debe ser el esfuerzo moderado, intelectual o físico, y el ocio compartido. Es más gratificante emplear el tiempo en actividades como leer, escribir, pintar, hacer ejercicio, meditar, hacer actividades en grupo… que en ver la televisión o jugar a videojuegos todo el tiempo, y eso se n ota enseguida cuando hacemos ambos tipos de actividades y comparamos cómo nos sentimos después.
Esto podría hacer que disfrutásemos más del tiempo libre y que no lo sintiéramos como una pérdida o una espera entre jornada y jornada de trabajo.

Estos problemas con el ocio pueden derivar en una fobia a las vacaciones o al tiempo libre, o a la llamada “neurosis dominical” , que es un estado bajo de ánimo acompañado de estrés que se da en el tiempo libre, especialmente los domingos, por no estar satisfechos con nuestro tiempo de ocio y además sentirnos culpables por ello.
Aquí deberíamos plantearnos reorganizar nuestras actividades de ocio, explorar, buscar y escojer nuevas formas de ocuparnos. Y dejar a un lado la culpa y las frustraciones, para convertir este tiempo en algo gratificante y reparador.


PSICOANALISIS: ELLAS HISTERICAS, ELLOS OBSESIVOS

PSICOANALISIS: ELLAS HISTERICAS, ELLOS OBSESIVOS: Algunos hombres, algunas mujeres Ellas histericas, Ellos Obsesivos...... En un intento de que este texto no se convierta en algo demas...

ELLAS HISTERICAS, ELLOS OBSESIVOS

Algunos hombres, algunas mujeres

Ellas histericas, Ellos Obsesivos......

En un intento de que este texto no se convierta en algo demasiado teórico y que podamos pensar cómo se da en la práctica la relación entre la histeria y la neurosis obsesiva, podemos reducir la cuestión a los modos de relación entre un hombre y una mujer, aunque claramente esto no agota la cuestión ni de la histeria ni de la neurosis obsesiva ya que, en realidad tanto histeria como neurosis obsesiva no son formas de ser o tipos de personalidad, sino que son modos de responder al deseo. La histeria lo hace bajo la forma de crearse un deseo insatisfecho y el obsesivo, creándose un deseo imposible. Algo que, para algunos no es tan obvio, es que no lo hacen a propósito.
Generalmente, se asocia la histeria con las mujeres y la neurosis obsesiva con los hombres, no obstante, hay hombres que son histéricos y no todas las mujeres son histéricas. De hecho, estrictamente hablando, para el psicoanálisis la posición femenina se opone a la posición histérica.
A fines de que esto se ponga un poco más entretenido, hagamos referencia a lo que muchas veces ocurre en las relaciones entre algunos hombres y algunas mujeres. Claramente, el amor es vivido de manera diferente por hombres y mujeres. La mujer, en general, parece estar más pendiente del amor, mientras que al hombre (siempre haciendo una generalización un tanto vulgar) parece poder faltarle un poco más. Y esto es así puesto que para algunas mujeres, muchas veces, el "ser" les viene del hombre. Esto es bastante típico cuando vemos mujeres que al terminarse una relación de pareja, sienten no saber quiénes son.
Ahora bien, lo que sabemos de la histeria -y muchos hombres podrían comprobarlo fácilmente- es que en general pide, le pide a un hombre que le dé algo para siempre mostrarse insatisfecha. Por ejemplo, le pide al hombre que le lleve flores y para cuando él lo hace, expresarle que sabe que lo hizo solo porque ella lo pidió o también, esto le puede suscitar sospechas "¿qué hiciste que ahora me traés flores cuando nunca lo hacés?" o simplemente puede hacerle saber al otro que en realidad, no era eso lo que quería. Esto puede resultar muy enojoso para el partenaire, pero destaquemos algo: esto lo mantiene enganchado preguntándose "¿qué quiere en realidad?". En verdad, lo que se esconde detrás de ese pedido, como se trata de toda demanda, es una demanda de amor. Eso que pide -que no es lo que desea- quiere que no se lo den para así mantener la cosa en movimiento, funcionando. Así sostiene el deseo insatisfecho para mantener vivo el deseo del otro y también el propio.
Como contrapartida de esta demanda de la mujer, nos encontramos con la angustia del hombre por tener que dar algo. Esto lo vemos, particularmente en la obsesión. El obsesivo, en realidad no soporta el encuentro con el deseo del otro, por ejemplo con el deseo de una mujer, es por eso que intenta incesantemente suprimir ese deseo, ya sea intentando satisfacerlo o aniquilándolo. El obsesivo quiere a un otro que no desee y por eso, puede pasarse la vida trabajando para satisfacer el deseo de una histérica sin lograrlo porque no puede ver que lo que la histérica le pide, no es lo que desea. No obstante, puede continuar intentándolo infinitamente porque supone que satisfaciéndolo ya no le pedirán más nada, como si pudiera extinguirse el deseo. Por otro lado, la histérica cree que si su deseo es satisfecho, entonces el otro no la deseará más y algo de razón tiene, al menos si se encuentra con un obsesivo. Esta es la paradoja del obsesivo: cuando logra aniquilar el deseo de su partenaire también muere su propio deseo y entonces ya no desea a esa mujer.
Otra cosa de la que sufre el obsesivo es de postergar el encuentro con la mujer todo el tiempo. Bien puede hacerlo dilatándolo, o bien, puede hacerlo bajo la forma de buscarse una mujer inaccesible que no esté a su alcance, apelando a los ideales que él buscaría en una mujer. De este modo, sufre por no poder concretar o encontrar lo que busca. Esta búsqueda de la mujer ideal, muchas veces está sostenida en lo que Freud llamó "la degradación de la vida amorosa" que implica que se ama a una mujer pero se goza con otra y la dificultad para reunir todo en una (la bastante clásica división entre la damita con la cual casarse y la otra mujer, más liberada, que es la que en realidad, suscita el deseo).
En definitiva, tanto la histérica como el obsesivo, buscan mantener lejos al objeto de amor para evitar el problema de los desencuentros que se producen en el encuentro entre ambos.
En general, esta es la base de las idas y venidas noveleras que se arman entre algunos hombres y algunas mujeres. Rescatemos el "algunos/as" ya que esto no es más que una generalización. Si en cambio, tomáramos esto al pie de la letra no se seguirían constituyendo parejas, para lo cual, algo se deberá perder, en el sentido de arriesgar algo.