Las personas, a menudo, se auto engañan al proyectar en los demás sus
propios fallos o sombras de su personalidad, trasladan la atención a la
conducta ajena, sin darse cuenta, ni reconocer que están proyectando en
otras persona sus propios errores o zonas oscuras, señala la experta y
máster en psicoanálisis Mariángeles Barja.
Según Barja, lo que en psicología se denomina proyección es un mecanismo
de defensa de la mente que la sabiduría popular sintetiza en frases
como ‘quien tiene un martillo en la cabeza no ve más que clavos’ o ‘ve
la paja en el ojo ajeno sin ver la viga en el propio’.
“Todos rechazamos alguna parte nuestra que no nos gusta, nos hace
‘malos’ o ‘poco válidos’, y en la proyección encontramos un camino
rápido y sutil para esconder esas actitudes o rasgos que consideramos
incorrectos. Al culpar a los demás en lugar de reconocer nuestras
falencias, imperfecciones y carencias, nuestro ego se mantiene a salvo”,
explica Barja.
Según la psicóloga clínica “la proyección consiste en atribuir los
defectos, dudas, miedos o emociones propias a otra persona. Este
mecanismo defensivo tan común, además de causar problemas en las
relaciones, es muy difícil de detectar al ser inconsciente para quien
proyecta y quien sufre la proyección”.
“Todos hemos proyectado nuestros miedos alguna vez, porque nos sentimos
culpables o inseguros con nosotros mismos. Los celos son ejemplo de este
mecanismo”, señala.
Según el psicoterapeuta y psicólogo clínico Fidel Sanz Estaire, miembro
del equipo del Gabinete 'Psicólogos en
Madrid'(http://psicologosenmadrid.eu/) "los mecanismos de defensa del Yo
son estrategias, a menudo inconscientes, cuya función es la de
preservar la intimidad y la auto-imagen".
"La paradoja de los mecanismos de defensa es que, aunque su uso es
protector, consiguen que la conciencia se estreche y se imposibilite un
mayor conocimiento de la persona o se busquen otras estrategias
creativas de actuación", explica Sanz.
Defensa del Ego
Según la psicología del Yo los mecanismos de defensa pueden ser
clasificados según cuatro criterios: Narcisistas, neuróticos, maduros e
inmaduros.
"La proyección, consistente en colocar en el otro lo que en realidad es
propio hecho, es uno de los tres mecanismos Narcisistas, junto con la
negación (se trata de negar directamente una realidad que resulta obvia)
y la distorsión (atribuirse cualidades exageradas a uno mismo o a los
demás)” señala el psicoterapeuta.
"La naturaleza parece haber dispuesto diferentes maneras para proteger
el organismo de lo inaceptable, como cuando nos taponamos los oídos ante
un estridente ruido. De la misma manera, protegemos nuestra
emocionalidad frente a lo desagradable, como cuando no queremos
reconocer algún aspecto de nosotros mismos que fisura el autoconcepto
que nos habíamos construido", añade Sanz.
Según este psicólogo clínico, "la psicoterapia Gestalt propuso técnicas
para promover la integración de esas zonas de nosotros mismos que no
queremos ver, a menudo asociadas a emociones de las denominadas
negativas, como la ira, la frustración, la envidia…".
"En el momento crítico en el que la emoción va a aparecer usamos el
mecanismo de defensa que nos desconecta del sentimiento, el pensamiento,
el deseo…Y nos marchamos del presente, nos dormimos, intelectualizamos,
fantaseamos, y rápidamente acude a ayudarnos la neurosis salvadora",
explica Sanz.
La clave es: Aceptación
Para evitar o, al menos reducir la necesidad inconsciente de proyectarse
en los demás, Barja aconseja “reconocernos como somos, con nuestros
defectos y carencias, sabiendo que nadie es perfecto ni absolutamente
correcto; eso supone un gran alivio”.
“Para lograrlo es imprescindible querernos y aceptarnos tal cual somos,
dejar de mirar tanto al otro y ocuparnos más de nosotros mismos, ya que
cuando nos protegernos y nos respetamos desaparece la necesidad de
reclamar la atención ajena”, puntualiza.
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