martes, 19 de julio de 2011

¿Qué enseñó el Buda?

                      ¿Qué enseñó el Buda?

Hablando en términos occidentales, Gautama el Buda es sin duda el más "científico" de todos los Maestros ascendidos. El camino que descubrió al iluminarse a los 36 años y que enseñó compasiva e incansablemente durante otros 45 antes de ascender a la edad de 80 años, es el más "racional" y el más "científico" de todos los sistemas que nos han sido legados.
Tal como recomienda la primera inscripción del templo de Delfos, "Conócete a ti mismo", todo lo que hizo Gautama Siddartha el Buda fue observar con atención y ecuanimidad total la conciencia humana a través de su propia conciencia. Es decir, se observó a sí mismo hasta llegar a conocerse.

A partir de dicha observación desarrolló, entre otras cosas,  un modelo de la mente vista como un proceso que se basa en la sucesión ininterrumpida de cuatro funciones principales:
1) consciencia (viñana): la parte receptora de la mente que se limita a registrar la ocurrencia de las cosas
2) percepción (saña): la parte evaluadora que juzga el hecho ocurrido, clasificándolo y juzgándolo como positivo o negativo
3) sensación (vedana): la parte que genera una sensación corporal agradable o desagradable de acuerdo al resultado de la evaluación del hecho.
4) reacción (sankhara): la parte que reacciona con aversión o apego en función de la sensación.
De acuerdo a la observación de Gautama, estas cuatro funciones mentales son todavía más breves que las efímeras kalapas que componen la realidad material, de tal suerte que nunca tenemos conciencia de lo que ocurre cada vez que los sentidos corporales entran en contacto con alguna cosa. Por ejemplo, si al oído llega el sonido producido por las palabras "¡Eres un inútil!", inmediatamente la conciencia registra el hecho, la percepción clasifica las palabras como algo negativo y experimentamos una sensación corporal desagradable que nos hace reaccionar produciendo un sankhara de aversión contra lo que estamos escuchando, pues deseamos que se detenga eso que nos desagrada; por el contrario, si escuchamos un halago que la percepción evalúe como algo positivo, experimentamos una sensación corporal agradable y generamos un sankhara de agrado deseando más de eso que nos ha producido placer.

¿Cuál es la fuente del sufrimiento según el Buda?
La memoria de todos los sankaras que ha producido una mente se encuentra acumulada en el cuerpo y esta acumulación va generando reacciones cada vez más marcadas y automáticas, ya que sañña, la percepción, aprovecha el acervo de experiencias pasadas para evaluar y clasificar cualquier fenómeno nuevo.
Las reacciones pasadas se convierten en puntos de referencia con los que tratamos de comprender una experiencia nueva que juzgamos y clasificamos de acuerdo a nuestros sankharas pasados. Así es como las reacciones antiguas de codicia y aversión condicionan nuestra percepción del presente y nos vemos envueltos en un círculo vicioso, en lo que se conoce como la rueda del Samsara. De tal suerte que el karma, la verdadera causa del sufrimiento, es producto de la reacción condicionada de la mente.
¿Cuál es la relación de la meditación con la liberación?
Gautama el Buda dijo: "Cualquier sufrimiento que surja, tiene una reacción por causa. Si todas las reacciones cesan, entonces no hay más sufrimiento". Entre las herramientas que enseñó a sus contemporáneos para detener la reacción y alcanzar la liberación, se encuentra una sencilla y poderosa técnica para desarrollar la capacidad de contemplar las cosas tal como son. Esta técnica se conoce como meditación Vipassana que significa "visión cabal" y consiste en trabajar erosionando poco a poco las respuestas condicionadas hasta liberar totalmente a la mente. Un camino racional y paciente.
Para practicar Vipassana sólo hay que observar con atención y ecuanimidad las sensaciones en todo el cuerpo. Estas sensaciones se experimentan debido a la infinita variedad de combinaciones de las cualidades básicas de la materia -masa, cohesión, temperatura y movimiento- que presentan las partículas subatómicas llamadas kalapas.
Cuando se adquiere la capacidad de observar cualquier sensación sin reaccionar ante ella, la mente empieza automáticamente a penetrar más allá de la realidad aparente del dolor hasta alcanzar su naturaleza sutil que no consiste más que en vibraciones que surgen y desaparecen a cada instante. Así es como se adquiere la conciencia de  que todo tiene un tiempo de duración determinado pasado el cual se termina y surge algo nuevo. A esta única constante que es el cambio, se le llama anicha, impermanencia. Cuando finalmente se experimenta la realidad sutil, la conciencia del anicha permite vivenciar la inutilidad del apego y se alcanza la liberación del sufrimiento.
Entre las consecuencias secundarias de practicar esta técnica de meditación se encuentran la relajación mental y la eliminación de viejos sankharas acumulados. Al observar objetiva y desapasionadamente cualquier sensación corporal, mientras no haya ninguna reacción, no se crea ningún sankhara nuevo y cualquier sankhara viejo que se experimente en forma de sensación, desaparece. Al momento siguiente otro sankhara del pasado surge en forma de sensación y si no hay reacción, éste también desaparece. De esta forma, mientras se observa con atención todo lo que ocurre manteniendo la ecuanimidad, se permite que las reacciones acumuladas alcancen una tras otra la superficie de la mente manifestándose como sensaciones que van siendo gradualmente erradicadas.
Como consecuencia secundaria de aprender a observar las sensaciones sin reaccionar ante ellas, la mente se reprograma a sí misma permitiéndose actuar con plena conciencia en lugar de reaccionar automáticamente frente a los acontecimientos.
Es por ello que todo el esfuerzo se basa en aprender a no reaccionar, a no producir un nuevo sankhara cuando aparece la sensación y comienza la sensación de agrado o desagrado. Si hay conciencia en ese momento efímero y se detiene la reacción, uno se limita a observar la sensación, ésta no se intensifica hasta transformarse en deseo o aversión y no se convierte en una emoción intensa que termina por dominar a la mente conciente, sino que simplemente desaparece.
Aunque al principio esta conciencia se logra sólo por unos breves instantes, esos momentos son muy poderosos porque ponen en marcha un proceso inverso, el de la purificación. Y así poco a poco, con la práctica, los segundos se convierten en minutos y los minutos en horas hasta que finalmente queda erradicado el viejo hábito de reaccionar y la mente permanece siempre en paz. Ésta es una forma efectiva en que puede detenerse el sufrimiento, según lo comprobó Gautama el Buda.
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¿Dónde y cómo se puede aprender la meditación Vipassana?
Cuenta una leyenda que la tierra dorada, el territorio de lo que actualmente es Birmania, fue destinada desde tiempos de Gautama el Buda a guardar la gema preciada que es el Vipassana manteniendo intacta su técnica hasta que, después de dos milenios y medio, regresara a la India para expandirse desde allí a todo el mundo.
Coincidiendo con esta leyenda, fue precisamente el millonario industrial birmano, N. S. Goenka, quien comenzara a expandir la práctica de la Vipassana en 1976. Aquejado de una incurable migraña, después de acudir a las mejores clínicas de todo el mundo, a este noble hombre le recomendaron que probara una técnica de meditación que enseñaban algunos maestros birmanos. Catorce años después, convertido en Maestro de Vipassana, viajó a India para enseñar esta técnica a sus padres y a un reducido grupo de amigos suyos, quienes a su vez quisieron que sus propios familiares recibieran la misma instrucción de Goenka. Y allí comenzó la larga cadena que ha llevado a diseminar el Vipassana como pólvora por todo el territorio hindú y que efectivamente ya ha comenzado a expandirse prácticamente a todo el globo terrestre.

Los cursos intensivos de Vipassana
Si uno quiere recibir la instrucción del Vipassana con toda la fuerza de su pureza, es necesario tomar un curso intensivo de 10 días a cargo de Goenka o alguno de sus Maestros o Maestros Asistentes. Durante este tiempo, el estudiante vive la vida de un monje ya que por un lado acepta acatar las normas del curso practicando diversas abstinencias y por otro, subsiste de la caridad ya que durante todo el periodo de entrenamiento será alojado, servido y alimentado gracias a la buena voluntad de otros estudiantes antiguos quienes deseosos de compartir los beneficios de esta técnica con otros, han donado dinero, tiempo y esfuerzo para que nuevos cursos sean posibles.
Temporalmente convertido en monje o monja, el estudiante de Vipassana observa rigurosamente sila (conducta ética), práctica samadhi (concentración de la mente), y adquiere paña (sabiduría).
El Código de Disciplina estipula los cinco preceptos siguientes:
  1. Abstenerse de matar a cualquier criatura
  2. Abstenerse de robar
  3. Abstenerse de toda actividad sexual
  4. Abstenerse de mentir
  5. Abstenerse de todo tipo de intoxicantes
Asimismo hay que acatar la disciplina, la guía y las instrucciones del profesor, observar silencio absoluto durante los 10 días (excepto durante las entrevistas con los profesores o en casos de emergencia), abstenerse de cualquier contacto físico o visual con los compañeros, conformarse con la comida vegetariana, privarse de cualquier distracción o contacto con el exterior, respetar el horario que comienza a las 4 y media de la mañana y termina a las 9 de la noche, y suspender durante el curso entero todo tipo de ejercicio y práctica religiosa que normalmente lleve a cabo. 

 

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