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Esta "entrevista inédita, descubierta y restaurada, a Carl Gustav Jung, filósofo de prestigio, conocido por ser el principal opositor a las teorías de Freud" –según se anuncia en la contracarátula del DVD– recupera un documento filmado en 16 m/m en septiembre de 1957 en la Universidad de Houston. El material fílmico, censurado en numerosos países, hasta terminar extraviado en un almacén de América Central, ha sido rescatado, reconstruido y restaurado por el cineasta Salomón Shang, todo un experto en el género documental como ya ha demostrado en Después de la luz y Madre Cuba. Filmada en blanco y negro y subtitulada, la realización consiste en tan solo dos o tres cambios de ubicación de cámara y de plano. Se trata, sin duda de una singular producción dentro del panorama general del cine español: una cinta que muestra durante 76 minutos a uno de los más controvertidos pensadores del siglo XX repasando ante la cámara sus principales teorías y contraponiéndolas a las de Sigmund Freud, lo que según parece ocasionó la censura original del film.
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Suele decirse, y en eso la publicidad que acompaña a la película no es una excepción, que Jung fue menos científico y más propenso a la filosofía, la religión y el misticismo ("El Cristo ario", lo llama Richard Noll en una importante biografía) que el pragmático Freud. Sin embargo, en algunos sentidos Jung tuvo una experiencia psiquiátrica más empírica que el fundador del psicoanálisis, porque en 1900, cuando acabó sus estudios en la Universidad de Basilea, comenzó a trabajar en la clínica Burghölzli de Zürich, dirigida por el insigne Eugen Bleuler, que acuñó el término "esquizofrenia" en 1908. Fue él el que le pidió una recensión de La interpretación de los sueños, que acababa de ver la luz. Allí se topó en 1904 con una paciente rusa, llamada Sabina Spielrein, que sufría una "complejísima neurosis" (escribirá Jung a Freud, en marzo de 1909) y comenzó a experimentar con los métodos del "psicoanálisis" tal como los interpretó a partir de las descripciones de Freud. La historia de la turbulenta relación de Jung y Spielrein ha sido llevada al cine por Roberto Faenza en Prendimi l'anima (2003) y comentada en esta misma página (Jung en el cine no-documental). Después de conocer al suizo en 1907, Freud, deseoso de demostrar que el psicoanálisis no se limitaba al círculo de judíos vieneses, postuló al ario Jung como primer presidente de la Asociación Psicoanalítica Internacional y ambos trabajaron juntos para hacer prosperar la nueva causa, hasta que en 1912-1913 libraron una de las más célebres disputas de la historia intelectual que acabó en ruptura. A partir de entonces, Jung siguió su camino. Aunque compartían la convicción de que el inconsciente es un elemento psíquico determinante –si bien para el suizo no era como para el vienes la fuente de impulsos salvajemente antisociales, sino de mitos 0 "arquetipos" nutritivos– y de que en los sueños reside la clave del contenido inconsciente, sus diferencias eran de fondo.
En esta entrevista del 57, los contrapuntos a Freud son constantes: cuando habla de la libido sexual, Jung, que asigna menos importancia a la represión sexual y a las experiencias infantiles como origen de las perturbaciones mentales, aclara que para los grupos humanos primitivos ese no es un problema y que anterior a la necesidad sexual es el instinto de nutrición. El sexo es fácil, lo tienen cerca, dice, no es un problema, pero la manutención sí es un auténtico desafío. Y continúa explicando que los poderosos en el mundo empresarial y político a menudo no tienen actividad sexual porque desplazan su interés a la acumulación de bienes o de poder, para ellos es prioritario "el poder tribal". También arremete contra el llamado trauma del nacimiento, mantenido por Freud, porque, si es algo común a todos, no puede ser una excepción y por lo tanto carece de sentido hablar de trauma. Trauma sería caer excepcionalmente al suelo desde el cielo si la cigüeña abriera su pico, pero no es el caso. El nacimiento es algo común a todos, y en ese sentido es poco traumático. "Nacer es sólo un hecho. Es muy importante para un ego nacer; si no, no sería un ego", ironiza. Repasa la naturaleza del inconsciente e insiste, varias veces, que de él poco podemos saber dada su naturaleza inconsciente: "No tiene objetos, no es visible, acerca de él sólo podemos hacer inferencias". Pero la estrella del film es junto a la del inconsciente, su teoría de los arquetipos. Para Jung existe un "inconsciente colectivo" que se halla presente en los motivos mitológicos, los cuentos de hadas, el arte y la poesía, así como en los sueños y en la conducta consciente. Los arquetipos, esquemas de comportamiento heredados a los que define en la película como "una especie de drama abreviado", aparecen en las grandes religiones y en la literatura. Los grandes "mitos", que expresan el lenguaje de la mente en su nivel más profundo y se asientan en la vida colectiva de la humanidad, satisfacen instintos fundamentales. De todos esos arquetipos, El "complejo de Edipo" es el primer arquetipo y el único que Freud ha descubierto, pero hay más. En el tramo final de la entrevista, Jung pasa revista a algunos de los conceptos claves de su psicología. Explica qué son el "ánima", "lo femenino en el hombre", y el "ánimus", "lo masculino en la mujer". Define "persona", que se corresponde aproximadamente con el "super yó" de Freud, como "el resultado de las demandas sociales y el compromiso con lo que a uno le gustaría ser o parecer"; es, en definitiva, la suma de la presión social y las expectativas o deseos que uno tiene, pero, aclara, "esa no es la personalidad real". La "persona" es nuestro rol social –y pone el ejemplo del médico, el catedrático, el cura…– el papel que la sociedad espera que juguemos, una máscara artificial de la personalidad (Cf. el comentario a Persona (Manniskoätarna, 1966), de Ingmar Bergman en Jung en el cine no-documental). Ilustra su clasificación de los tipos de personalidad en "extrovertidos" e "introvertidos", con sus correspondientes subdivisiones y concluye refiriéndose al siempre espinoso asunto de la "transferencia" como "una relación emocional entre paciente y médico que funciona como un sustitutivo del padre o de la madre": "mis paciente", apostilla, "se entregan ellos mismos con la esperanza de que yo pueda tragar con sus cosas". Gracias al minucioso trabajo de restauración acometido por Salomón Shang, con esta "película psicoanalítica" disponemos hoy de un material realmente interesante para conocer a través de su propia voz las ideas de uno de los grandes pensadores del siglo XX; acaso con Freud, al que amó y denostó a partes iguales, el que más ha llamado la atención sobre esa esfera extraña y fascinante que se encuentra en el interior de cada sujeto, ese "uno mismo" del que el "ego" es sólo su parte consciente. |
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