Como todo lo que es humano, la imaginación cubre una extensa
gama desde lo moral a lo patológico. De la imaginación forman parte los gratos
ensueños en el rincón preferido del hogar; los ensueños morbosos; determinados
estados oníricos, en que la persona “injerta” sobre la realidad “ficciones” que
turban su comportamiento y su afectividad; tales sujetos pasan su tiempo
soñando que son héroes, vengadores, detectives que salvan vidas en peligro..
En la angustia también desempeñan un papel importante la imaginación.
La persona edifica e inserta verdaderas novelas alrededor de la realidad, teje
tramas sin fin sobre “lo que ocurre o lo que podría suceder”, todo ello
adornado con mil detalles que la encantan o la hacen sufrir.
Pensemos en la imaginación de los mitómanos: el sujeto
altera la verdad, miente sin saberlo, simula enfermedades…, todo con gran
amplitud y muy verosímilmente.
La imaginación patológica puede tener graves repercusiones
sociales: cartas anónimas, calumnias, insinuaciones, maledicencias, seudo
atentados ( violaciones o atentados al pudor..) descritos con tal lujo de
detalles por algunos adolescentes que confinan con la histeria, que parecen
totalmente ciertos..Recordemos también las mentiras inspiradas por los celos o
el odio, y que no son mas que una forma de debilidad mental.
La imaginación es la base de ciertas fugas, de delirios de
persecución, de grandeza etc. Así pues, resulta ser como una gran dama, blanca
o negra, pero siempre poderosa.
Aquí no nos ocupamos mas que de las formas positivas de la
imaginación, aplicables en el tratamiento psicológico, de las que volveremos a
tratar cuando hablemos de la psicoterapia simbólica.
Triunfos del psicoanálisis. Pierre Daco.
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